Rolando Arellano C.

Le pregunté a un qué opinaba sobre la propuesta del para defender al magisterio, permitiendo que se contrate a 14 mil colegas que no aprobaron las pruebas de aptitud. Me contestó: “¿Defendernos? Al contrario, nos están traicionando”.

–¿Pero no le parece injusto que al desaprobarlos se condene a tantos a quedarse sin trabajo? –Vamos por partes, a los maestros nos duele “jalar” a alguien, pero lo hacemos por responsabilidad con todos. Primero, para proteger a los estudiantes: si aprobamos a un niño que no sabe matemáticas, lo condenamos a un fracaso constante, pues luego no podrá aprender física o geometría. También para proteger a la sociedad: si se aprueba a un estudiante de Medicina que no lo merece, se arriesga la vida de sus futuros pacientes. Además, para incentivar a que todos mejoremos: solo los ingenieros civiles más calificados harán las construcciones más importantes. Nos dan mucha pena nuestros 14.000 colegas y esperamos que se los ayude de alguna manera, pero que no sea a costas del futuro de los millones de niños que no progresarán en la vida por tener profesores sin preparación.

–Pero no se trata de enseñar a médicos o ingenieros, sino solo a niños –le dije. –Entiendo su ironía, porque usted sabe que, sin buenos maestros que formen a los más pequeños, tendremos siempre médicos, ingenieros o congresistas mediocres, y el país no avanzará. Por cierto, a diferencia de quienes le echan la culpa al sistema por desaprobar a esos profesores, hoy hasta los estudiantes asumen su responsabilidad. Cuando usted y yo estudiábamos decíamos “me jalaron”, ¿recuerda?, pero hoy ellos dicen “jalé”. Pregúnteles y verá. Y si creen que con ello ganarán la aprobación de mis colegas, deben saber que, más bien, lo sentimos como una traición.

–¿Traición, así de fuerte? –Sí, porque, además de traicionar al Perú, están atentando contra la dignidad y el futuro de los cientos de miles de profesores peruanos responsables que nos esforzamos en prepararnos. ¿Con qué cara podríamos luego exigirles esfuerzo a nuestros alumnos? ¿Cómo podríamos mostrarnos como el modelo que debiéramos ser para ellos?

En fin, como en la esencia de ser maestro está el creer en que las personas pueden mejorar, tal vez los congresistas lo piensen bien y se propongan ayudarnos de verdad. Así, si en vez de dar medidas tan dañinas proponen, por ejemplo, mejores sueldos y más recursos para los más preparados, quizá, digo quizá, podríamos olvidar el daño que quieren hacerles al Perú y a nuestra profesión.

¿Será que muchos de los parlamentarios que votaron a favor no han escuchado su versión?, le dije. Probablemente no, me contestó. Me despedí deseándole una mejor semana.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer