Milagros Asto Sánchez

Una canción de Blackpink se distingue entre el bullicio mientras camino entre las luces y colores que iluminan Myeong-dong, una de las zonas comerciales más vibrantes del centro de Seúl. La pegajosa melodía de las divas del K-pop me dirige, en medio de cientos de caminantes, a una tienda donde hay más figuras y ‘souvenirs’ de ‘idols’ de los que puedo reconocer. Es mi primera vez en la capital surcoreana y me queda claro por qué la cultura K es tan poderosa en la escena del pop mundial.

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