Gabriela Delgado

¿Te imaginas convertir un cerro limeño en una especie de andén inca? Es más, ¿Cómo sería si fuera un gran biohuerto al que podamos acceder en bicicleta, caminando o en auto, y nos sentemos a contemplar la ciudad mientras comemos una fruta recién sacada del árbol al ritmo del canto del colibrí?

¿Y si no fuera solo un cerro sino todos los cerros de Lima? ¿Sería una “locura linda”, cierto?

Un video viral de nos alertó hace menos de una semana. Se trataba de un proyecto que busca desde hace dos años y medio, forestar parte del Cerro La Milla, ubicado en . Lo curioso en medio de todo esto, es que era un geólogo argentino radicado desde hace diez años en Perú, quien convocaba a los peruanos a apoyar el proceso aportando herramientas, manos y muchas ganas de convertir tierra árida en el lugar de nacimiento de árboles y vegetación que a su vez atraiga aves y cambie todo un ecosistema.

Es así como fuimos en su búsqueda y nos encaminamos al que es el único cerro del popular distrito limeño y al que se puede acceder también en auto.

Tras varias vueltas con dirección ascendente, llegamos al que se conoce como el Proyecto Forestal de Cerro La Milla. Emiliano Cacciavillani, el cordobés en mención, nos recibió en la entrada.

Tras esquivar los ladridos de un par de perros del vecino y algunas rocas bastante grandes en medio del camino, llegamos, unos metros más allá, a este futuro bosque con una mira espectacular de la ciudad. Desde allí nos recibió Ricardo Alviño, vecino del lugar y quien junto a Emiliano, es fundador de este proyecto.

Vista panorámica desde el Cerro La Milla en San Martín de Porres.
Vista panorámica desde el Cerro La Milla en San Martín de Porres.
/ Gabriela Delgado

Ricardo y Emiliano nos cuentan los inicios de esta locura, como ellos mismos la llaman. Todo inició el 19 de diciembre de 2021, cuando el primero de ellos, impulsado por el interés de su familia en adquirir plantas del jardín botánico que había construido Emiliano en la calle de su barrio (San Martin de Porres) lo contactan y le hacen saber de la necesidad de forestar el cerro en el que viven con el fin de frenar, en parte, las invasiones.

Al fondo, Ricardo Alviño junto a Emiliano Cacciavillani, en pleno pique de la piedra del cerro La Milla.
Al fondo, Ricardo Alviño junto a Emiliano Cacciavillani, en pleno pique de la piedra del cerro La Milla.
/ Gabriela Delgado

Amparados en la ley, la cual permite arborizar un cerro sin miedo a que retiren lo sembrado, Ricardo y Emiliano se unieron apoyados en la experiencia y visión del geólogo argentino; y a punta de pico y pala comenzaron a sembrar los primeros futuros árboles, la mayoría de ellos donados.

A la fecha, el terral del Cerro La Milla va pintándose de verde y cuenta con aproximadamente 150 árboles, entre ellos, uno de algarrobo y de pitahaya. A esto hay que sumarle la llegada de mariposas y colibríes, animales impensables de ver hace tres años en una zona árida como esa.

“Antes del proyecto, había muy escasos geckos limeños, nada de mariposas ni de colibríes, y sí uno que otro gallinazo así como la presencia de alacranes al mover las primeras rocas”, recuerda Emiliano. “Hoy en día, tenemos la presencia del halcón peregrino que antes no circundaba por esta zona; del gavilán acanelado. En la noche se observan lechuzas, búhos y murciélagos, estos insectívoros ayudan muy bien en el control biológico”.

Uno de los gecko limeño encontrados en el Cerro La Milla.
Uno de los gecko limeño encontrados en el Cerro La Milla.

Sobre el gecko limeño, Emiliano explica que este reptil propio de nuestra capital está en peligro de extinción pero que gracias al proyecto se ha logrado ver hasta crías en medio de los andenes. “Esto es un repunte y se les está resguardando, al menos en esta zona y esto es algo muy importante ya que se ha logrado en muy poco tiempo y con tan pocos recursos”.

Por otro lado, la humedad que se está rescatando gracias a la siembra, ha creado la presencia de insectos como los bolitas (chanchitos), las arañas tejedoras y saltadoras y las tijeretas, los cuales sirven de alimento al gecko limeño.

Entre otros animales que son parte del proyecto forestal, podemos mencionar a una gran variedad de mariposas, escarabajos amarillos, palomas que a su vez sirven de alimento al halcón peregrino y al gavilán acanelado; tres especies de avispas y muchas abejas y abejorros que se alimentan de las flores de la pitahaya.

Inicios del Cerro La Milla, antes de la siembra de sus primeros árboles.
Inicios del Cerro La Milla, antes de la siembra de sus primeros árboles.

Picar, picar y picar el cerro La Milla

Apoyado en la donación de los primeros árboles y varias bolsas de tierra composta, Emiliano nos explica cómo fueron los primeros pasos del proyecto forestal.

“Traté de reunir a gente, vino un amigo de La Molina, que también planta, para que nos ayude con el sembrado. Así, poco a poco, fuimos avanzando pero el gran reto era generar el espacio para poder caminar, es decir, construir la andenería correcta, la cual toma mucho tiempo”, nos explica Emiliano.

“Muchos creen que se trata de sembrar donde sea y no es así. Se pica parte de la roca del cerro, se va ubicando las rocas para generar la andenería y así lograr la estabilidad del mismo cerro. Luego, todo el pedregullo chiquito se va metiendo dentro del andén para generar una cierta compactación del terreno. Sobre eso iría un poco de tierra y residuos orgánicos (grass, hojas secas, etc)”, agrega el argentino mientras Ricardo acota que cada andén cuenta con una buena base con el fin de hacerlos seguros.

Parte de la zona rocosa del Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
Parte de la zona rocosa del Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
/ Gabriela Delgado

Esto nos recuerda a los famosos andenes incas, unos grandes escalones que construían nuestros antepasados en las montañas para favorecer la agricultura. En el caso de La Milla, este espacio se construye desde cero y solo se consigue picando la piedra -como podemos ver en la imagen de abajo- que está enterrada en el suelo y cubierta de tierra. Esta nueva forma será el cimiento de la futura gran maceta en la que se plantará el nuevo árbol.

“Somos minúsculos”, nos dice entre risas Emiliano, en alusión al trabajo incaico “pero a eso apuntamos”, señala.

Ricardo Alviño y Emiliano Cacciavillani, en pleno pique de la piedra del cerro La Milla.
Ricardo Alviño y Emiliano Cacciavillani, en pleno pique de la piedra del cerro La Milla.
/ Gabriela Delgado

Seguimos caminando con mucho cuidado, ya que el camino empedrado y formado donde puedes pisar es mínimo aún.

“Todo es comba, cincel y punta”, nos dice Ricardo. refiriéndose a las herramientas artesanales con las que cuentan actualmente y hacen que el trabajo de picado sea lento y pesado.

Parte de los árboles sembrados en el Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
Parte de los árboles sembrados en el Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
/ Gabriela Delgado

Y no solo la falta de herramientas es un limitante para conseguir acelerar el proyecto, otro gran reto con el que se enfrentan Emiliano y Ricardo es la aridez de la tierra, la cual obliga, después de picar, a incorporar residuos orgánicos que se conviertan en el abono de la futura siembra.

“Necesitamos toneladas de residuos orgánicos porque acá en la tierra no hay sustrato, entonces necesitamos incorporar un volumen increíble de residuos orgánicos”, explica Emiliano quien junto a Ricardo nos muestran una buena cantidad de epífitas que encontraron enterradas en el suelo pero lejos de ser desechadas las usan como cimiento del futuro árbol.

Ricardo Alviño y Emiliano Cacciavillani desentierran un grupo de epifitas en el Cerro La Milla en San Martín de Porres.
Ricardo Alviño y Emiliano Cacciavillani desentierran un grupo de epifitas en el Cerro La Milla en San Martín de Porres.
/ Gabriela Delgado

“Estas son epífitas que datan de 120 años atrás. La gente no lo sabe pero estas son plantas muy bonitas que puedes encontrar en lugares como Canta y Obrajillo y acá hay cantidades gigantes de esta planta pero cubierta de tierra. Entonces, nosotros tomamos todo esto y lo ponemos sobre la tierra para que cuando reguemos preserve la humedad generando una cobertura”, explica Emiliano.

Este grupo de epifitas secas sirve como residuo orgánico para la nueva siembra.
Este grupo de epifitas secas sirve como residuo orgánico para la nueva siembra.
/ Gabriela Delgado

Cambiar las condiciones climáticas es posible

Hablando con Emiliano, nos preguntábamos si la falta de lluvias en Lima, complica aún más el sueño de ver forestados todos los cerros de la capital y él nos explica que esto puede darse si cambiamos las condiciones climáticas.

“Tienes que generar microclimas, y eso se logra sembrando muchas árboles. Si tu vas, por ejemplo, a distritos como Miraflores, La Molina, Los Olivos, hay parques enormes, amplios y super frescos. Si magnificas esto, vas a ver cómo cambia el clima a gran escala. Y no solo eso, cuando tienes varios árboles de diferentes alturas vas a poder captar la misma humedad del mar. Hay una planta que vamos a tratar de conseguir, se llama queñual y es importante porque capta agua desde el mismo aire y suelta el excedente al suelo, a la tierra, y preserva la humedad”.

Algunos de los futuros árboles sembrados hasta el momento en el Cerro La Milla.
Algunos de los futuros árboles sembrados hasta el momento en el Cerro La Milla.
/ Gabriela Delgado

Lo importante de saber reciclar

Un punto vital a tener en cuenta en este proceso de reverdecer el Cerro La Milla y el resto de cerros de Lima es generar una cultura de reciclaje ya que esta permitiría que los residuos orgánicos vayan a parar a buen puerto, en este caso, a las futuras siembras de los cerros.

“Ricardo me creó en el jardín botánico una compostera y me tocó cambiarle el chip a mi familia para que me junte todos los residuos orgánicos de la casa. En una semana, llegamos a juntar entre 16 y 18 kilos y al año 2200 kilos. Y esto solo lo hace una familia, imáginate si todos hiciéramos lo mismo”, señala Emiliano, quien también destaca que su pareja lo ayuda reuniendo los restos de café pasado que botan en su lugar de trabajo. A veces, a la semana llegan a juntar hasta 30 kilos de café.

Algunos de los primeros andenes construidos por Emiliano y Ricardo en el Cerro La Milla.
Algunos de los primeros andenes construidos por Emiliano y Ricardo en el Cerro La Milla.
/ Gabriela Delgado

La gran problemática de San Martín de Porres, agrega Emiliano, es que no hay una debida cultura de reciclaje. Existe una persona que recolecta residuos pero tiene que romper las bolsas de basura y es por ello que nos toca ayudarlo y esto se logra separando nuestros propios residuos. “Esto, a su vez, ayudaría a que cada vecino haga su propia composta”.

Replicar lo aprendido

Emiliano y Ricardo destacan que no hay excusas para hacer de nuestras ciudades algo mejor. En este corto proceso de dos años y medio, varios han sido los voluntarios que se han sumado a este proyecto, ya sea para apoyar a forestar el cerro La Milla como también para replicar lo aprendido en los cerros donde viven.

Este es el caso de Luis Humberto Vásquez, un ex vecino de San Martin de Porres que tras conocer el jardín botánico de Emiliano se interesó en el proyecto del Cerro La Milla y es desde hace casi un año uno de sus aportantes voluntarios.

“Una vez, pasando por la casa de Emiliano, vi su hermoso jardín y me impactó. Nunca había visto uno así, tan variado. Conversé con él y a mi que siempre me gustaron las plantas, me interesó el proyecto del cerro La Milla aunque no tenía mucho conocimiento. Fue entonces que fui aprendiendo y a la fecha yo me encargo de recolectar plantas que veo rotas por las calles, parques, jardines. Además de compost y los sacos de pasto que veo de los parques”, nos cuenta vía telefónica.

Algunas de las nuevas plantas que vemos en el Cerro La Milla.
Algunas de las nuevas plantas que vemos en el Cerro La Milla.
/ Gabriela Delgado

Legado para futuras generaciones

Beto, como lo conocen los amigos, destaca que para él es importante lo hecho por Emiliano y Ricardo porque de esta manera están dejando un valioso legado a las futuras generaciones.

“Yo tengo dos hijas y quiero que tengan un mundo verde, con vegetación, con plantas, con buen aire para respirar y eso nos lo dan los árboles, nos regulan la temperatura, hace que se enfríe más el ambiente, trae animales increíbles como mariposas, colibríes. Si ves lo que es Lima Norte verás que no tiene muchos árboles y es puro cemento. Nos faltan demasiado árboles”.

Aún queda mucho por hacer

Son 42 hectáreas las que tienen como objetivo recubrir de vegetación Emiliano y Ricardo y aún queda mucho por hacer. Entre los pendientes está adecuar un área para hacer parapente, proyecto para el que necesitan un asesoramiento al igual que para el circuito de mountain bike que tienen planeado hacer realidad en un extremo del cerro. Sin embargo, algo que requiere mayor celeridad es adquirir un kit de riego por goteo, el cual permitiría humedecer el área de manera constante y eficiente y así ayudar a las plantas a crecer con mayor rapidez.

“El proyecto contempla conectar con la red de agua maestra de áreas verdes del municipio hasta la cúspide del proyecto forestal para lograr la irrigación de riego por goteo tecnificado”, señala Emiliano.

Por otro lado, se requiere de herramientas como roto-percutores, picos, palas, de tal forma que el trabajo de picado de las piedras sea más rápido y genere menos esfuerzo. De lograr hacer realidad el Proyecto Forestal del Cerro La Milla, quizás no pronto pero si en un futuro esperemos no muy lejano, este nos regale pacay, pecanas, caqui, paltas, ciruelas, membrillos, plátano, tunas, entre otras frutas, pero sobre todo un nuevo ecosistema que nos abrace con amabilidad.

Vista a la avenida San Germán desde el Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
Vista a la avenida San Germán desde el Cerro La Milla, en San Martín de Porres.
/ Gabriela Delgado

Una locura linda que requiere apoyo masivo

Ya volviendo del Cerro La Milla, Emiliano nos cuenta que liderar el proyecto forestal inició como un “desafío personal”, una “locura linda” pero que a estas alturas es un trabajo que sí o sí requiere del apoyo de todos.

“Me acuerdo que en plena pandemia”, acota Ricardo. “estábamos solo los dos picando las primeras piedras y yo le pregunto a Emiliano si acaso hubiera continuado con el proyecto si yo lo hubiera dejado solo, me dijo que no, que solo no podría haberlo hecho. Y eso es cierto, mientras más manos seamos, más avanzaremos”.

“Yo me voy a morir y quizás mis hijos y mis nietos también lo hagan y no puedan ver un proyecto así en todo su esplendor pero lo que pones hoy va a tener realmente un fruto mañana, por eso que hay que cambiar nuestra forma de pensar. No lo hagamos solo porque está enfrente de mi casa, hagámoslo por todos”, señala Emiliano.

Y eso es cierto, quizás muchos no estemos vivos para ver el proyecto terminado pero si que vale la pena, literalmente, sembrar ahora para cosechar después.

Emiliano y Ricardo contemplando desde el Cerro La Milla parte de la ciudad de Lima.
Emiliano y Ricardo contemplando desde el Cerro La Milla parte de la ciudad de Lima.
/ Gabriela Delgado
DATOS

-Actualmente son 15 los voluntarios activos que se van sumando al proyecto pero se requieren de muchos más.

-El proyecto forestal del Cerro La Milla no cuenta con apoyo del municipio de San Martín de Porres ni de Lima.

-Si quieres ser parte, puedes contactarte al WhatsApp de Emiliano: 987565786 o escribirle a su cuenta de TikTok: @Pasionbotanica.pe










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