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Once menores de edad fueron rescatados de mafias de trata - 2
Lourdes Fernández Calvo

“Entonces, ¿cómo quieres que te llame?”, insiste la mujer policía. “Tamara, como la cantante de cumbia”, le responde y en sus ojos aparece un brillo de ternura. Tamara, como también se hace llamar en el bar Caribe, acaba de cumplir 18 años y muestra su DNI como si fuera su carta de salvación. Sabe que a ella la policía no la puede llevar a un albergue, pese a que los indicios señalan que es víctima de trata.

El bar Caribe es uno de los cientos de locales de la zona conocida como La Pampa, en Madre de Dios, donde se ejerce la prostitución, según la policía. En esta área impera la minería ilegal, actividad que atrae los centros de diversión donde se realiza la explotación sexual y laboral.

Del recinto sale un hedor nauseabundo, una mezcla de licor macerado y alimentos en putrefacción. Los antros de La Pampa tienen las mismas características: un bar con licores y una libreta con los nombres (falsos) de las chicas, un espacio para las mesas con un par de sillas y un segundo piso con diminutas habitaciones numeradas y selladas con candados como si fueran celdas.

El Comercio acompañó esta semana a la policía en una operación en tres de estos bares. En estos lugares, las autoridades comprobaron que la mayoría de jóvenes, provenientes de Lima, Puno y Cusco, fueron captadas a través de engaños. Les ofrecían trabajar como meseras, un sueldo apetecible e incluso les pagaban los pasajes.

La mayoría de víctimas no son conscientes de que son víctimas de explotación. (Dante Piaggio / El Comercio)

La mayoría de víctimas no son conscientes de que son víctimas de explotación. (Dante Piaggio / El Comercio)

Muchas de ellas, comenta la fiscal especializada en trata Luz Saavedra, no son conscientes de que son víctimas de trata. Creen que como no son obligadas no hay delito. Por eso prefieren no denunciar los maltratos.

En estos bares, las jóvenes son ofrecidas a los mineros que llegan a la zona cada semana.

“Solo podemos rescatar a las menores. Si es mayor y no denuncia, no hay delito”, lamenta el comandante Arturo Pérez, representante del Ministerio del Interior mientras devuelve los documentos a las intervenidas.

Ellas los reciben y vuelven a sus cuartos a dormir. Son las 5 de la mañana y a las 3 p.m. deben empezar a trabajar. “Si no cumplimos, la dueña nos encierra”, dice con temor una de las chicas. Luego se arrepiente y señala que es mentira.

FALTAN ALBERGUES
Madre de Dios es la tercera región con más denuncias por trata, luego de Lima y Loreto. Según la fiscalía, entre el 2009 y el 2014, se presentaron casi cuatro mil denuncias por trata en el país. En lo que va del año, la Dirección de Investigación de Trata de Personas ha rescatado a 100 víctimas de trata, 11 de ellas son menores de edad.

Para la policía y la fiscalía, uno de los principales problemas en la lucha contra la trata es el déficit de albergues para los rescatados. “Lamentablemente, la protección del menor no está funcionando”, dice Pérez.

La directora general de Niños, Niñas y Adolescentes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), María del Carmen Santiago, reconoce que solo tres de los 291 centros de atención residencial, que albergan a los menores en abandono, son especializados para atender a víctimas de trata. Dos de ellos están en Madre de Dios y uno en Lima.

No obstante, refiere que la política del sector es dar protección a los niños en riesgo en los albergues del MIMP cuando la fiscalía lo requiera. “El objetivo es capacitar y especializar al personal de los CAR para atender casos de trata, pero la institucionalización del niño debe ser el último recurso”, afirma.

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