Editorial El Comercio

es una oportunidad especial que tiene cada gobierno –una vez al año– para hablar directamente con un grupo amplio de grandes empresarios. Es la chance para compartir diagnósticos, hablar de propuestas y tentar opciones de trabajo conjunto público-privado. El Ejecutivo hizo un amplio acto de presencia en la conferencia desarrollada esta semana en Urubamba, Cusco, pero paradójicamente su participación se sintió ausente.

Primero lo positivo. En CADE Ejecutivos intervinieron nada menos que siete cabezas de pliego, además del titular de la Presidencia del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. Compárese con la presencia de un solo ministro en la edición del año pasado: Kurt Burneo, del Ministerio de Economía y Finanzas (). Por sí sola, tal asistencia demuestra una mucho mejor relación con el sector privado e interés de la actual administración en los temas, influencia y exposición mediática que ofrecía la conferencia de tres días.

En la medida en que se trata además de una reunión principalmente de personas de negocios, la robusta participación del Gabinete sugiere que el gobierno se toma en serio la importancia de las empresas para la economía y para la urgente reactivación económica. Más aún, los discursos preparados por cada ministro fueron claros respecto del papel de los empresarios y de lo indispensable de la inversión privada. Es cierto que, a diferencia de otras CADE, en esta ocasión la presidenta de la República, Dina Boluarte, no asistió para la clausura, pero su ausencia fue justificada. En la misma fecha, la mandataria estaba en San Francisco para participar en el APEC y recibir del presidente de EE.UU., Joe Biden, la presidencia pro témpore de la alianza internacional.

Pero es muy posible hablar extensamente sin decir mucho. La propia mandataria es una cultora de tal práctica. Y su Gabinete –con excepciones– no fue ajeno en CADE Ejecutivos. Otárola rehuyó de los serios cuestionamientos que se le plantearon respecto de temas espinosos –como, por ejemplo, la controversial adjudicación de lotes petroleros a Petro-Perú–. El ministro de Energía y Minas, Óscar Vera, tuvo una presentación con pocas luces y novedades, que dejó más preocupación que ánimo. En Producción, Ana María Choquehuanca tampoco despertó mayor entusiasmo.

Pero quizá la participación ministerial más esperada y comentada fue la del titular del MEF, Alex Contreras. Como sus antecesores durante el día previo, el ministro reforzó la imagen de un Ejecutivo que está dispuesto a trabajar de la mano del sector privado para salir de la recesión. “Este es un gobierno que va a seguir apostando por la inversión privada”, mencionó, por ejemplo. Sin embargo, sus expresiones de ánimo fueron poco solventes. “Es hora de parar con este pesimismo absurdo que está generando retrasos al país. Confíen en esta gestión”, remarcó en su momento, como si la desconfianza que generan cinco meses consecutivos de caída de la actividad económica tuviese algo de absurdo.

Entrando ya al 2024, al gobierno en general y al MEF en particular se les agotan las excusas que les proveyó la anterior administración para justificar la persistente caída de la producción y la baja confianza empresarial. CADE Ejecutivos era una excelente oportunidad para retomar impulso con mensajes potentes en este sentido, con metas concretas, cronogramas y responsables. Si bien quedó la impresión de que estas eran las intenciones del Gabinete, también se registró la imagen de un equipo que no está del todo preparado para llevarlas a la práctica. La directora de orquesta tiene la palabra.

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