¿Cómo fortalecemos a las bancadas parlamentarias si para cada elección pensamos en crear nuevas marcas partidarias? Nuestro sistema partidario se asemeja cada vez más al mercado de pases futbolísticos, pero al nivel de la Copa Perú.

Ilustración: Giovanni Tazza
Ilustración: Giovanni Tazza

Uno de los grandes problemas de nuestro sistema político es el camaleonismo político que se ha visto con mayor intensidad desde el 2000. Fuera de la academia, lo más común en la esfera pública en los últimos años ha sido abordar esta problemática desde el ámbito congresal (el cambio entre bancadas), cuando el origen de esta distorsión descansa en los partidos políticos. Se han cometido dos errores. Primero, desbaratar la ley antitransfuguismo del 2016, aduciendo que solo se trataba de una movida del fujimorismo para impedir el desarme de su bancada de 73 miembros. Segundo, no haber permitido en ese mismo período (2016-2019) la aprobación del requisito de afiliación de tres años para poder postular, argumentando que estaba dirigido solo a evitar la postulación de Verónika Mendoza (que no tenía agrupación propia) y de Julio Guzmán (cuyo partido tenía apenas un año de vida). De haberse aprobado esta última norma, Pedro Castillo y casi el 50% del actual Congreso no hubieran podido postular en el 2021.

Lo único que se ha logrado evitando estos cambios es debilitar a los partidos históricos dando paso a agrupaciones de todo tipo con personajes a los que les gusta reciclarse constantemente, tras varios intentos fallidos de formar parte de un colectivo político. Hoy lo vemos, por ejemplo, con Lo Justo, agrupación que se intenta inscribir con varios exmiembros del Partido Morado. Cada vez es más fácil escuchar que un partido solo busca postular para “meter una bancada al Congreso”, como pasa con A.N.T.A.U.R.O., el grupo de etnocaceristas de Antauro Humala.

Postular sin haber militado al menos tres años resulta un contrasentido que termina en renuncias legislativas tempranas y que incentiva a quienes buscan entrar o reingresar a la política subiéndose a un bus electoral que les garantice una serie de condiciones que terminan siendo personalistas.

Han pasado 20 años desde la aprobación de la Ley de Partidos que, tal como revelamos en este Diario, ha sufrido 140 parches (más de 90 en los últimos 10 años). Es momento de impulsar una reforma acorde a los tiempos actuales, con plazos y requisitos que fortalezcan a los partidos con reglas claras para que los históricos se fortalezcan (en sus filtros y no tener más ‘Niños’) y los nuevos se construyan sin tanto reciclaje y con un horizonte de largo plazo. El Congreso necesita de bancadas con partidos compuestos por personas comprometidas con ideales conjuntos para combatir nuestra precariedad actual: en menos de tres años, casi el 40% de congresistas renunciaron al partido por el que fueron elegidos, llegando a crear hasta seis bancadas ‘antipartidos’ (en los que solo dos se mantienen vigentes). Menos Copa Perú, más reglas de Primera División para nuestro sistema electoral.

Martin Hidalgo Bustamante el jefe editorial