Neoliberalismo y desigualdad, por Francisco Miró Quesada Rada
Neoliberalismo y desigualdad, por Francisco Miró Quesada Rada

En el prólogo a “El beneficio es lo que cuenta. Neoliberalismo y orden social” (2000), de , el destacado profesor estadounidense Robert W. McChesney dice: “El neoliberalismo es la política que define el paradigma económico de nuestro tiempo”.

‘Paradigma’ es una palabra griega utilizada por , quien le otorga muchos significados. Puede ser ejemplo, muestra, patrón, modelo, copia. Con el tiempo, la palabra evolucionó. 

En “La estructura de las revoluciones científicas” (1962), el estadounidense Thomas Kuhn sostiene que la ciencia se desenvuelve en un paradigma en el cual se acumula y se desarrolla el conocimiento. ¿Qué sucede con lo que se halla fuera del paradigma? Khun asegura que es rechazado por ser metafísico, por no ser precisamente científico.

Si juntamos lo que dice Platón, que el paradigma es un patrón, muestra o modelo con la afirmación de Khun, concluiremos que el neoliberalismo es un conjunto de categorías económicas que rechaza todo concepto e idea fuera de su esquema conceptual. 

El neoliberalismo pretende ser un conjunto de verdades objetivas, entonces científicas y toda otra propuesta alternativa fuera de su esquema paradigmático no es científico, no es verdadero. Por consiguiente, falso, entonces metafísico y, en cuanto tal, rechazable.

Con la pretensión de ser científicos, los teóricos y seguidores del neoliberalismo se amparan en una serie de datos “tomados de la realidad” que pretenden demostrar la validez de su propuesta económica, centrada fundamentalmente en el libre mercado y la competencia.

McChesney afirma, por el contrario, que el es un conjunto de políticas y procedimientos, los que permiten a un número relativamente pequeño de intereses privados controlar la vida social para beneficiarse. Si es así, las políticas de libre mercado carecen de real valor científico y son entonces ideología o, en todo caso, utopía, considerada como sueño necesario, desafiado permanentemente por la realidad, como sostiene Daniel Cohn-Bendit, líder de la revolución estudiantil de Mayo 68 en Francia, hoy convertido más en reformista que revolucionario.

Los exégetas del neoliberalismo que son legión sostienen que con la aplicación de su modelo ha disminuido la desigualdad, pero hay datos contrarios a esta afirmación.

Esto lo ha sostenido el economista francés Thomas Piketty, quien no está solo. Por ejemplo, , premio Nobel de Economía 2001, en su libro “El precio de la desigualdad” (2012), afirma que el 1% de la población tiene lo que el 99% necesita. Como si fuera poco, este economista estadounidense demuestra por qué los mercados en sí mismo no son eficientes ni estables. Este hecho tiende a que la riqueza se acumule en unos cuantos, lo que a la larga afecta la democracia y aquí coincide con Chomsky, aunque puedan tener ideas políticas distintas. 

Branko Milanović, ex director económico del departamento de investigación del Banco Mundial, señala una verdad que debe preocupar a todos los peruanos: “Los países con mucha desigualdad puede que legalmente sean un solo país, pero en realidad están profundamente divididos y no pueden funcionar ni existir como sociedades. No se trata de que nos guste o no la desigualdad, es que es venenosa, destroza las sociedades y es perjudicial para la democracia”. 

Coincidencias de tres destacados economistas que hacen ciencia fuera del paradigma neoliberal que ya empieza a oler a utopía negativa.