José Carlos Requena

Con la aparente contención de la llamada toma de Lima, el que lidera la presidenta podría haber sorteado una de las principales amenazas que tenía encima. No puede garantizarse que la situación se mantenga así en las próximas semanas, pero la gente podría asistir a los estadios de fútbol sin problemas, si optan por seguir la sugerencia del presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola.

La convulsión, en cualquier caso, parece haber sido mayor en las regiones. A la 1 p.m. de ayer, la Defensoría del Pueblo reportaba bloqueos en ocho puntos de la vía nacional, enfrentamientos con las fuerzas del orden en Huancavelica, toma de instalaciones de la Universidad Nacional de Cajamarca y la quema de un cajón de cartón en la puerta de la prefectura de Huancavelica; movilizaciones y bloqueos de vías en 44 provincias (más de un quinto de las existentes en el país, en su mayoría en la zona sur), y marchas y concentraciones en 35 provincias.

Hay, pues, una intranquilidad que difícilmente se superará, si se considera que una amplia mayoría apoya el adelanto de los comicios (82%, según el IEP, “La República”, 25/6/2023), el eje de las de estos días.

No es el frente social el único espacio de incertidumbre. En el , donde el Ejecutivo continúa careciendo de una bancada propia, se vive por primera vez una alta incertidumbre sobre la elección de la Mesa Directiva. Si antes era solo cuestión de saber cuál de los partidos de centroderecha asumiría la presidencia, hoy está en juego la continuidad del liderazgo actual.

Las bancadas de izquierda y sus momentáneos compañeros de ruta (¿creerán que el Podemos peruano es la sucursal del español?) presentan por primera vez una opción realmente competitiva. El envalentonamiento de esta opción y el desgaste del autodenominado ‘bloque democrático’ (por las fricciones en su interior e incluso dentro de cada bancada) hacen que se avizore un final de fotografía. De darse una victoria de la izquierda, la dinámica podría cambiar, sobre todo en los énfasis que pueda poner un Gobierno huérfano de apoyos.

En el Ejecutivo se han dado pasos inentendibles que pueden abrirle flancos incluso con sus aliados. La más reciente: el nombramiento de la casi censurada exministra de salud Rosa Gutiérrez en Essalud, una institución fundamental y uno de los mayores empleadores del país. ¿Qué cree ganar el Gobierno con una decisión de esta naturaleza? Si se agregan otros nombramientos recientes (como los de la radio y televisión pública), el desconcierto es aún mayor.

Si a los factores políticos se añaden presiones de otra índole, el alivio por el control de la convulsión social puede ser solamente pasajero. La situación no está para nada distendida. Por ello, la invocación para asistir a eventos deportivos hecha por el primer ministro Otárola la tarde del martes 18 bien puede ser una mala broma.

En el frente económico, por ejemplo, los indicadores se presentan cada vez menos alentadores. La discusión entre los expertos sobre si el país experimenta una “estanflación” o una “recesión técnica” (“Gestión”, 18/7/2023 y Bloomberg, 17/7/2023) parece una cuestión básicamente de matices. La cruda realidad es que la economía está estancada.

John F. Kennedy dijo alguna vez que “se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”. La observación debe recordarse hoy que el triunfalismo podría invadir los predios del Ejecutivo, ante una presidencia accidental. A fin de cuentas, no debe olvidarse que ocho de cada diez encuestados desaprueba la gestión de Boluarte (Ipsos-”Perú 21″, 17/7/2023): una proporción que supera largamente aquella a la que se refería Kennedy.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Carlos Requena es analista político y socio de la consultora Público