"El Parlamento no puede tolerar que un congresista acompañe ese pensamiento. Antes que un representante, el congresista Tucto es una amenaza". (Foto: Congreso de la República)
"El Parlamento no puede tolerar que un congresista acompañe ese pensamiento. Antes que un representante, el congresista Tucto es una amenaza". (Foto: Congreso de la República)
Cecilia Valenzuela

El lunes, en una entrevista publicada por el diario “Correo”, el congresista , representante de Huánuco por el Frente Amplio, dijo que se debería indultar al cabecilla terrorista : “Si queremos crecer como país y dejar atrás las cosas malas que han pasado, hay que procesar a todas las partes involucradas, todo de acuerdo a una amnistía general”.

Desatado el escándalo en las redes sociales, el congresista Marco Arana, dirigente del Frente Amplio, escribió en su cuenta de Twitter: “Las declaraciones del congresista Tucto son de su responsabilidad personal y no responden a la posición programática derecho-humanista del Frente Amplio”. Pero el parche no puede tapar la debilidad de los integrantes de su bancada por Sendero Luminoso (SL); en junio del año pasado, a propósito de la libertad de la senderista Martha Huatay, Justiniano Apaza declaró: “Ojalá se reincorporen a la sociedad, y si quieren participar políticamente, que lo hagan de acuerdo a las leyes que tiene el país”.

Este tipo de manifestaciones no pueden tomarse a la ligera. Sendero Luminoso se ha reorganizado políticamente y se está reciclando en la política peruana; declaraciones como las del congresista Tucto confirman el avance político de esa organización. La expresión “amnistía general” forma parte sustancial del discurso del Movadef, el nuevo rostro del senderismo.

La estrategia de reinserción fue diseñada por el comité central de ese partido comunista, estando la mayoría de sus integrantes en prisión. Arteramente, usaron las visitas de sus abogados para intercambiar los borradores del “nuevo plan de construcción del partido”; el documento final salió del penal de la Base Naval del Callao en noviembre del 2008.

Durante más de tres años (noviembre 2008-febrero 2012), los dirigentes senderistas en libertad circularon impunemente las nuevas directivas aprobadas por Abimael Guzmán. La policía antiterrorista tuvo acceso al nuevo plan solo cuando capturó a ‘Artemio’, pero para ese momento los nuevos lineamientos ya habían proliferado.

Desde entonces nuestra sociedad es testigo impasible de su infiltración en los sindicatos públicos. El Sutep Conare es un claro ejemplo de ello, pero no es el único; en las organizaciones vecinales, las escenas de violencia en las protestas por el peaje de Puente Piedra o durante el desalojo de los comerciantes de La Parada obedecieron, en ambos casos, a “planes tácticos de defensa” diseñados por el Movadef. Y ahora, en un año en el que se celebrarán elecciones regionales y distritales, apreciamos cómo se hacen espacio en el escenario político.

El nuevo plan de Sendero Luminoso pasa por un cambio de estrategia. Han dejado la lucha armada, pero han optado por la violencia social; por eso exacerbar la conflictividad seguirá siendo su negocio.

Es cierto que SL nunca será muy popular, pero su capacidad desestabilizadora puede convertirse en un activo para las organizaciones de izquierda radical que decidan integrarlo subrepticiamente en una alianza electoral. Aun a sabiendas de que los senderistas no han renunciado a su ideología, de que siguen profesando el “pensamiento Gonzalo”, el mismo pensamiento criminal que los llevó a desatar una lucha fratricida.

El Parlamento no puede tolerar que un congresista acompañe ese pensamiento. Antes que un representante, el congresista Tucto es una amenaza.