Mabel Huertas

La presidenta viajó a Europa, no solo para coleccionar fotografías para su álbum personal, sino también para convencer al mundo de que su gobierno es estable y que el Perú es un país atractivo para las inversiones. “Mi gobierno le ha dado estabilidad al país y lo ha colocado en la senda que posibilita el crecimiento con inclusión y equidad”, dijo en su discurso frente a miembros de la Asociación Empresarial para América Latina durante su estadía en Alemania.

Una semana después, los números en rojo de la actividad económica del país –por cuarto mes consecutivo– ocupan los titulares, las preocupaciones de los empresarios y de los ciudadanos. El Perú, contrario al “mantra” de la presidenta Boluarte, no es estable y no nos lleva a ningún crecimiento. Si bien existen variables internacionales y fenómenos naturales que marcan los asuntos caseros, el titular de Economía,, ha tardado en reconocer y sincerar una situación advertida por muchos especialistas en la materia. En vano, el Gobierno ha pretendido maquillar una realidad dentro y fuera del país y la credibilidad de Contreras, que debería ser el elemento más confiable del Ejecutivo, ha quedado dañada.

La política y la economía no van por cuerdas separadas y, si hubo alguna esperanza o confianza en una apuesta por el país luego del golpe de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte, estas se han ido desvaneciendo. En una entrevista para “Gestión” (16/10/23), el CEO de Credicorp, Gianfranco Ferrari, definía en una frase la situación: “Se rompió la confianza”.

Es claro que esa ruptura es parte de un proceso de constantes crisis políticas, pero el binomio Boluarte-Otárola se ha encargado de alimentar esa desconfianza. El actual gobierno ha navegado durante diez meses sin un plan claro de hacia dónde nos quiere llevar como país al 2026, y se ha montado sobre narrativas efectistas, pero poco eficientes y de escasos resultados. Se acostumbró a “mucho ruido y pocas nueces”.

Por otro lado, los viajes poco productivos buscando inversiones, envueltos de un tufillo frívolo y con desaciertos bochornosos que regalaron memes (las supuestas reuniones con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el papa Francisco), restan al esfuerzo del sector empresarial que, además, debe mantener la guardia en el caótico frente legislativo.

El Ministerio de Economía y Finanzas ha hecho su parte. Lo que empezó en diciembre como una potente campaña Con Punche –hoy, en su enésima versión– se ha convertido en un brazo comunicacional raquítico y, al no cosechar lo prometido, no produce efecto positivo sobre la institución.

El débil músculo del Ministerio de Economía y Finanzas se ve reflejado en el Barómetro de CEO (Gestión 16/10/23). El 60% de los encuestados no hará nuevas inversiones durante el 2024, el 51% cree que la economía recién se recuperará el segundo semestre del siguiente año, mientras que el 22% cree que se deberá esperar al 2025. Restaurar la confianza es una tarea difícil. Quizá va siendo hora de un recambio que sume y muestre un brazo más potente, que ajuste el timón en medio del vendaval.

Mabel Huertas es socia de 50+Uno, grupo de análisis político