(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

La crisis del 2018 solo puede ser comparada a la del 2000, cuando cayó el régimen de Alberto Fujimori en medio de serias denuncias de corrupción y una crisis económica a cuestas. A diferencia de lo ocurrido entonces, parte de la crisis de este año era previsible: hacia fines del 2017 ya se encontraba en marcha una guerra abierta entre Legislativo (liderado por la coalición Fuerza Popular-Apra) y Ejecutivo (con un intento de vacancia incluido), y todo presagiaba que las cosas no acabarían ahí. Lo que no era previsible fue el escándalo desatado por los audios alrededor del Caso Los Cuellos Blancos del Puerto, que destapó la podredumbre del sistema judicial, como tampoco la judicialización de los casos Fuerza Popular ( y la cúpula del partido) y Apra (Alan García y otros).

La renuncia de Kuczynski brindó cierta expectativa de calma, pero esta se evaporó durante el mensaje de Fiestas Patrias. Poco antes se habían hecho públicos los audios que involucraban a distintos jueces y fiscales (políticos y empresarios, de igual manera) con las mafias de sicarios y narcos del Callao, lo que brindó al presidente un espacio para desarrollar una narrativa de cara a la ciudadanía y, a la vez, de ofensiva contra la oposición legislativa. La prisión preventiva de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, no obstante proviene de una iniciativa judicial, abonó en dicha narrativa. A la luz de los resultados, la embestida dio los frutos esperados en términos políticos, pero a costa de una cuasi parálisis del sector público.

En lo económico, el año no fue malo, si nos comparamos con nuestros pares latinoamericanos, pero alejado del crecimiento potencial: la economía mundial, según la última revisión del FMI, crecerá este año 3,7%, mientras nuestras expectativas se encuentran alrededor del 3,8%. La producción global se encuentra al alza, así como el comercio y los precios de los principales metales recuperando los niveles del 2014. En resumen, ha sido un buen año para la economía global, lo que beneficiaría a una economía en desarrollo como la nuestra (China crecerá 6,6% e India 7,3%).

Las perspectivas para el 2019 estarán determinadas, principalmente, por tres eventos: el desarrollo del Caso Lava Jato, si continúa (o no) la pulla entre el Ejecutivo y la coalición FP-Apra, y si se desarrolla (o no) una crisis financiera global. Esto, por supuesto, sin contar con alguna crisis imprevista (climática o social, por ejemplo).

El Caso Lava Jato está supeditado, por cierto, al conflicto desarrollado en el interior de la Fiscalía de la Nación. Como sabemos, están programadas una serie de depuraciones para la primera quincena de enero, testimonios que brindarán soporte para algunos casos en curso y, se espera, nuevas líneas de investigación para otros. La apelación de Keiko Fujimori, vista en la sala del juez Sahuanay, se debería resolver también en las próximas semanas, y –sea cual sea el resultado– quedará más claro el panorama de la relación entre el Ejecutivo y la coalición opositora. Finalmente, la reciente caída en los mercados de renta variable debería ser vista con lupa a inicios del 2019, ya que la mayoría de economistas concuerda en las limitaciones de las herramientas disponibles ante una crisis de magnitud global. Ojalá se articulen las cosas de manera positiva y el 2019 sirva como punto de inflexión hacia el desarrollo (que tanto necesitamos).