Mónica Delta

El que más grita no es el que mejor piensa y, por supuesto, no es el que tiene la razón. Normalmente, la voz se destempla cuando los argumentos faltan. Ese es el caso de la presidenta que, enredada en su laberinto, trata de convencerse –gritándose en su propio espejo– de que ella es fuerte, que llegará al 2026, que no tiene que darle explicaciones a nadie y, menos, responder preguntas incómodas de la .

Desde el 5 de abril, Dina Boluarte no le contesta al Perú respecto de su errático comportamiento. Pone a un al que nadie escucha, que no convoca, que no lidera. Parece un busto parlante que no le genera interés a nadie, salvo a aquellos que quieren creer en sus propias versiones, que se engañan con palabras que el viento se lleva.

Dicha designación es una clara expresión de la debilidad y la soledad en el centro del poder. No hay peor mentira que la que se expresa a sí misma. Dina asumió el 7 de diciembre del 2022 tras el golpe del “líder” de su plancha presidencial. El hoy encarcelado Pedro Castillo. Y, como se ha conocido, hasta dos semanas antes de la vacancia del peor presidente de la historia reciente, Boluarte le rogaba que la mantuviera en su cargo de ministra de Desarrollo e Inclusión Social, que no la botara.

Cuando asumió el Gobierno como única vicepresidenta (como manda la Constitución) que tenía el aventurero profesor, fue a mi programa “Punto final” y la entrevisté. En dicha oportunidad, renegó de su exjefe y juró en todos los tonos que respetaba a la prensa y que no dejaría de responder por sus actos, como lo hizo su antecesor. No fue así, evidentemente.

Cuando comenzaron las preguntas incómodas por los escándalos que la rodean y que la señalan, la mandataria dejó de hablar. Más policías, más seguridad, más ayayeros intentando palabrear para defender lo indefendible, más parafernalia de ostentación; mientras tanto, Boluarte se encuentra cada vez más aislada de la ciudadanía y de un gobierno mínimamente aceptable. La distancia que la separa de los peruanos parece irremediable.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mónica Delta es periodista