Iván Alonso

Los S/88.000 millones retirados por los afiliados a las provienen, casi en su totalidad, de la rentabilidad acumulada a lo largo de los años. Entre 1993 y el 2022 los afiliados aportaron S/152.000 millones. La rentabilidad engrosó los fondos en otros S/129.000 millones. En ese mismo lapso, la suma de las utilidades de las AFP, incluyendo las cuatro que siguen operando y otras dos que ya desaparecieron, no llegó siquiera a los S/7.000 millones. Es irónico que haya quienes despotrican de las AFP con el falso argumento de que “solo ellas ganan”.

Decenas de miles de afiliados se han quedado sin un sol en sus cuentas individuales. No es que todos vayan a quedarse sin pensión o sin plata para mantenerse cuando dejen de trabajar, que es lo que importa, en realidad, pero muchos la van a pasar mal, peor de lo que podrían haberse imaginado antes de la pandemia. Una parte de los retiros ha terminado, sin duda, en depósitos a plazo o en fondos mutuos o en cuentas en el exterior que siguen generando rentabilidad. Pero otra parte se ha gastado y hay, seguramente, quienes se han gastado todo lo que habían ahorrado.

La historia de los retiros comienza con el expresidente Martín Vizcarra. En lugar de allanar el camino para que las empresas declararan la suspensión perfecta de labores y que la gente dispusiera de su CTS ante lo que era, en efecto, un desempleo masivo, aunque temporal, ocasionado por la pandemia, su gobierno optó por permitir dos retiros de hasta S/2.000 en total por afiliado. Más de S/5.000 millones salieron del sistema.

El Congreso no quiso quedarse atrás y aprobó otros dos retiros, en abril y octubre del 2020, de hasta tres y cuatro UIT, respectivamente (S/12.000 y S/16.000 por afiliado, aproximadamente). Casi S/30.000 millones más se fueron del sistema, mucho más de lo que podía justificarse como compensación por pérdidas de ingresos y gastos médicos.

En mayo del 2021 el Congreso volvió a la carga con un quinto retiro de otras cuatro UIT, que resultó el más grande de todos: S/32.000 millones. Un excongresista, miembro en ese entonces de la comisión dictaminadora, de cuyo nombre no vale la pena acordarse, justificaba el retiro en la falta de empleo. Al sugerírsele que esperaran unos días para ver las estadísticas mensuales que estaban por salir, contestó con un argumento contundente para un político irresponsable: “pst” (lo que no justifica el puñetazo que recibió tiempo después en la puerta del Congreso, pero sí el oprobio).

Un año después se aprobó el sexto retiro, también de cuatro UIT. Esa vez salieron S/22.000 millones del sistema.

Ha pasado un año y medio y nuevamente el Congreso, en busca, como siempre, de una popularidad que nunca llega, está discutiendo un sétimo retiro. Es una vergüenza que uno de los proyectos de ley al respecto provenga del fujimorismo, en cuyo gobierno (cuando todavía era un gobierno constitucional) se crearon las AFP. Se estima que el sétimo retiro significaría la salida de otros S/30.000 millones del sistema. Acuérdense los críticos que eso solamente es posible gracias a los S/129.000 millones de rentabilidad acumulada en los últimos 20 años.

Iván Alonso es Economista