Ha limpiado zapatos y se había acostumbrado a cobrar, siempre, cinco dólares por servicios. Si tenía suerte, un cliente le facilitaba una propina de más, a veces bastante generosa, dinero que guardaba con mucha dedicación, pero no para él, sino para sino para alimentar una costumbre que ahora lo ha vuelto reconocido: donar ese dinero a un hospital de niños.

Se trata de Albert Lexie, un lustrabotas que ha trabajado por 32 años en este oficio en Pittsburgh, Pensilvania y que siempre ha destinado ese pequeño extra que ganaba en las propinas para donárselo al Hospital Infantil de su ciudad. Hasta ahora, ha donado US$200 mil.

En sus años de experiencia, ha aprendido que hay clientes bastante generosos. La mayoría me da seis dólares, otros siete, explicó a Channel 4 Action News, donde se presentó un reportaje en honor al hombre que ha apoyado sostenidamente a los niños del hospital, en forma de cientos de dólares semanales.

Lo hace porque adora a los niños, asegura el doctor Joseph Carcillo. Ha donado un tercio del salario de toda su vida para una fundación infantil del Hospital, añadió el trabajador del hospital que atiende a niños cuyos padres no pueden pagar un tratamiento completo.