Agencia AFP

Este pequeño embarcadero es el principal motivo por el que esta turista filipina de 38 años recorrió 11.000 kilómetros hasta Iseltwald, una aldea de apenas 400 habitantes a orillas del lago Brienz, cerca de Berna.

Y no es ella sola. La “culpa” es de , una serie surcoreana tremendamente popular en , y sobre todo de una escena romántica rodada en ese mismo lugar.

UNA SERIE ROMÁNTICA

La serie relata la improbable historia de una heredera millonaria surcoreana, que se estrella en parapente en la zona desmilitarizada entre las dos , y se topa con un guapo oficial caballeresco al servicio del régimen totalitario del Norte.

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Numerosas escenas transcurren en . En la rodada en Iseltwald, el héroe de la serie toca el piano y la melodía resuena sobre el lago, mientras la protagonista llega en ferri desde Interlaken.

“Me gustaría que algún día alguien hiciera esto para mí”, dice Jiah Hni Gwee, una malasia de 35 años, que lanza una mirada algo envidiosa hacia el lugar.

“Sería increíble y romántico”, añade la mujer, una de las decenas de turistas que acudieron a ese paraje en una jornada soleada la semana pasada.

La serie, a la que sus seguidores se refieren como CLOY por las siglas del título en inglés, estalló en popularidad en gran parte de Asia durante los largos periodos de confinamiento del covid-19.

Fuera de su país de origen, es la segunda producción coreana más popular entre los espectadores extranjeros en 2021 después de.

EL TURISMO ES EXCESIVO

Pero para Iseltwald, se ha convertido en un problema.

“Las cifras se han disparado”, explica a la AFP Titia Weiland, la responsable de la oficina de turismo del pueblo.

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Aunque es difícil calcular el número de aficionados de la serie sobre el total de turistas, Wieland estima que “hay 1.000 visitantes por cada persona local que vive aquí”.

“Casi todo el mundo en Iseltwald está contenta de tener muchos turistas”, pero “es un poco demasiado”, afirma.

El pasado verano, empezaron a llegar 20 autocares cada día, que obstaculizaban la circulación y bloqueaban a veces el acceso al municipio.

Y los habitantes se quejan de que los fanáticos de la serie se contentan con una fotografía en el embarcadero antes de marchar, sembrando el caos pero dejando poco dinero.

“Cuando tienes cientos o miles de personas que acuden al embarcadero para hacerse la foto y menos del 10% vienen aquí a tomarse algo, es un problema”, explica Sonja Hornung, gerente del hotel Strand que está enfrente del lugar.

Para hacer frente a la situación, el gobierno municipal anunció restricciones de acceso el mes pasado e instaló un torniquete en el embarcadero.

Ahora, para pasar hay que pagar el “precio del selfi” de cinco francos suizos (5,50 dólares).

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