San Valentín sin internet: las más cursis y románticas cartas de amor que se escribían nuestros abuelos

¿Cuándo fue la última vez que recibiste una carta? Más aún, ¿una carta escrita a puño y letra; y aún mejor, con un mensaje de amor? Vladimir Velásquez, director del Proyecto Cultural Lima Antigua, comparte una selección de postales románticas, que alguna vez los habitantes de Lima y de algunas otras ciudades grandes del país acostumbraban regalar.

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Cartas antiguas de San Valentín

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Callao, mayo de 24 de 1913. Jesús del Pino le escribe a su sobrina Graciela Ugarte, por el “día de tus natales”.
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Lima, 6 de junio de 1922. Blanca León en amorosa carta a su amiga del colegio, Raquel Zegarra.
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Miraflores, 19 de agosto de 1904. Rosa Ribatto recibe en su casa de Lampa 267, un romántico mensaje de Luis Alayza Paz Soldán.
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Huaral, 8 de diciembre de 1918. Juana Changana le escribe una “felicitación” a su “comadre” Palmira Cañamero.
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Pedro le escribe a Rosalía: “¿No te da envidia esta hermosa pareja? Recibe de tu idolatrado un sonoro vecito (sic), pero no en la mano sino en la mejilla”.
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Barranco, 26 de agosto de 1915. Amanda le escribe a su “queridísima” Aurorita: “Recibe pues amiguita un millón de besos…”.
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Callao, 11 de setiembre de 1907. Por delante, alguien escribe ‘Pedro’ y Rosalia’, a la altura del cuello de ambos personajes. En el reveso de la tarjeta, el mensaje es distinto: Ana Pirpo lamenta que Pedro Vreca no pueda estar en su matrimonio.
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Lima, 29 de diciembre de 1927. La ‘abuelita Úrsula’ envía “besos apretados y oraciones” para el año 1928.
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Cusco, 21 de abril de 1915. Victoria le escribe a su amiga Carmen, “Queridísima negrita”.
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Enero, 1908. Un enamorado le escribe a ‘María’, algo enojado por la “injusticia” de que se le tilde de “novelero”, porque las postales de su amada “llegan a mis manos en momento de tarea”.

Rafaella León

14/02/2022 19H00

El afecto que hoy viaja por fibra óptica de manera instantánea y acompañado de emoticones y GIFs, hace más de 100 años consistía en comprar una postal, cuidar la exquisita caligrafía, llevarla al correo y esperar semanas una respuesta.

No hacía falta un Día de la Amistad o San Valentín para escribirlas. Se enviaban al amor ausente, a la mujer de los sueños, a la amiga incondicional, a la comadre por su cumpleaños. Es decir, no solo tenían motivos románticos —la mayoría, sí— , sino hasta jocosos. El denominador común era que no se dejaban en ‘visto’, sino se respondían y, además, se coleccionaban.

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Las fotopostales que mostramos aquí estaban muy de moda en Lima y otras ciudades grandes del Perú a inicios del siglo XX. La mayoría eran importadas de Europa (España y Francia), aunque también empezaron a producirse aquí, tierra de emprendedores.

El diseñador gráfico y ‘arqueólogo’ patrimonial, Vladimir Velásquez, es dueño de 5 mil de estas piezas, que atesora y espera ver algún día exhibidas en un museo virtual (su proyecto y sueño más ambicioso). Por ahora conserva cada una en una bolsa especial contra la humedad, todas minuciosamente archivadas en cajas.

“Estos son objetos de culto para mí. Si uno observa con detenimiento cada una de las fotopostales, notará el cuidado con que se escogió, el motivo gráfico, y luego la elegante letra con que se escribió, como lo hacían nuestro abuelos, con la caligrafía que era curso obligado en la escuela y que no olvidaron jamás”, se explaya Vladimir, un enamorado del pasado y de los objetos de otro tiempo que, por sí solos, pueden narrar la personalidad de una sociedad, en un determinado tiempo.

Puedes conocer más sobre sus colecciones en sus redes sociales, como @limantigua.

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