Impactantes apariciones en medio del cielo. Luces o sombras proyectándose desde las estrellas a través de algún silencioso bosque. Repentinas abducciones. Bases secretas, ubicadas entre montañas perdidas o en desiertos inhóspitos. La llegada oculta de algún visitante, inesperado o no. Las escenas las hemos visto todos en el cine gracias a Steven Spielberg, Roland Emmerich y varios otros realizadores más. Es inevitable pensar que esa influencia audiovisual ha sido decisiva para sembrar una curiosidad que -en muchos- terminó por convertirse en una ansiosa expectativa. La de ver que esas apariciones confusas, o fotos borrosas de ovnis en sus supuestos paseos por nuestro planeta, se conviertan algún día en una realidad. También está, por supuesto, el miedo. Es de esperarse que, de haber vida en otros planetas, los extraterrestres no sean todos como E.T., Starman, Mi Marciano Favorito, Alf o Paul. Podrían ser, más bien, como en “Día de la Independencia”, “Señales”, “Marcianos al ataque” o “La guerra de los mundos”. Sus “naves espaciales” podrían resultar tan impresionantes como su propio aspecto. Y quizá no lleguen en son de paz.

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