Jaime Bedoya vuelve a recordar un episodio que ha venido generando efectos hasta el día de hoy.
Jaime Bedoya vuelve a recordar un episodio que ha venido generando efectos hasta el día de hoy.
Jaime Bedoya

Cometí un error garrafal hace casi veinte años con la imprudencia, que entonces creí travesura, de reseñar una plaqueta de autor desconocido que llegó bajo el camuflaje tramposo de lo bien intencionado. Se trataba de un poeta casmeño que a base a esfuerzo, colectas y venta de cebiches de pato había publicado un poemario intitulado Un proceso transparente. Lo único traslúcido del mismo era su absoluta falta de valor más allá de un dudoso humor involuntario.

Ese error tuvo consecuencias. Desde entonces Angulo ha publicado una sucesión de versos que comprometen seriamente el legado de Vallejo, Eielson, Cisneros, por nombrar solo algunos de los cimientos de la poesía peruana horadados por este óxido recurrente.

Pero ni modo. El periodismo es un apostolado. Y ahora este ordena dar cuenta de la llegada de Con F de Feriado, donde exalta las Fiestas Patrias desde sus banales implicancias respecto al descanso laboral.

Desde un inicio Angulo se trepa al carro presuntamente moralizador en los versos de “Te odio, Cuello Blanco”, donde injustificadamente agrede a personajes del deporte y la política queridos por el pueblo. Dice:

Tortícolis inmoral,
contractura contranatura
saqueas tesoro nacional
y luego pasas factura.
Más que cogote, pescuezo
más que hermanito, hampón
marchito como el Congreso.
Tus modales son de espanto
(te la comes hasta el hueso),
sucio está tu corazón,
¡a ti te hablo, Cuello Blanco!

Aquí hay un hecho palpable
ruin agente del mal
te debemos el mal rato
que te lo diga el fiscal:
de todo eres culpable:
que Barny sea candidato
y que Cueva falle el penal.

Luego Angulo cambia radicalmente de tema, o de carro dado su oportunismo avieso, esta vez para treparse sobre la selección. Este poema se llama “Con el número 12, Dennis Angulo”:

Blanquirroja inagotable
olvida el revés caduco
ya te toca, es tu turno
de lo dable, lo admirable:
que yo Angulo, gran mañuco,
cambie el placer nocturno
por la línea de Saturno

Pisa el balón, recapacita,
háblale de tú a tú.
No lo niego, juega Perú
¡camiseta cosmopolita!
Olvida la fuerza bruta
(Oviedo, te mando fruta)
apuesta al toque, al bururú.
Arriesgando hasta el menisco
la emoción posibilitas
triunfando a cucharaditas
¡yo ajustando el asterisco!
Pobre del que te desacredita
del que no cree, del que te sala,
se las verá con el ala
de mi hermano israelita.

Finalmente, fiel a las motivaciones que llevan a Angulo a ofender el idioma, el casmeño construye un himno a lo que parece ser el motor esquivo de vida, el dinero. El poema se llama “All you need is gratificación”, una inmersión en la bipolaridad del autor. Sus primeros versos —atención Indecopi— son plagio legal de Rubén Darío:

Gratificación, divino tesoro
te vas para no volver.
Quiero ahorrar y no ahorro
y a veces gasto sin querer.
Lo único que te reprocho
es tu perfil traicionero,
ese puñal en veintiocho
de darme lo que no quiero.
Disculpa que lo repita,
que lo ladre, que no me cuadre.
Grati, ingrata, tú me irritas,
duras muy poco, maldita
falacia del bien contable
¡grati CTM!

En una muestra de tino y criterio, la Feria Internacional del Libro de Lima le ha prohibido al señor Angulo el ingreso al recinto en el parque Próceres de la Independencia. El libro no se mancha.

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