El mito de la política trigueña, por Cecilia Valenzuela
El mito de la política trigueña, por Cecilia Valenzuela
Redacción EC

Cajamarca, Áncash, Puno, Moquegua no tuvieron la suerte de Ica; no tuvieron un Cillóniz a la hora de votar. El primer lugar de en Cajamarca y de en Ica demuestra que los electores siguen confiando en el que tiene discurso: El del cajamarquino, beligerante como la imagen de luchador social que se ha construido; el del iqueño, cálido y respetuoso con cada uno de los ciudadanos.

El de Santos, divisionista y enemigo de la inversión es, desgraciadamente, el único que les ha llegado a los campesinos cajamarquinos en los últimos años. El de Cillóniz, moderno, unitario y con propuestas posibles es el que, felizmente, les ha llegado a los campesinos iqueños en esta elección.

No es cierto que los oídos más sencillos no escuchan ideas y los que hoy se lamentan por los resultados del 5 de octubre son, en realidad, los que desprecian la política y se niegan a invertir en el fortalecimiento de las ideas.

Fernando Cillóniz ha demostrado que no hay que gastar una millonada en una campaña electoral para llegar primero, que no hay que contratar asesores extranjeros para crecer en las encuestas. Que la honestidad aporta más que el carisma, que las buenas ideas son más vendedoras que la prebenda.

Pero sobre todo ha demostrado que no hay que mentir para ser solidario, que no hay que bailar, pésimo, para ser popular, y que no hay que ser “trigueño” como dicen los papás de los Humala; para ganar la confianza de la gente y convencer a los peruanos más pobres que hay que apostar y sumarse alrededor de un líder moderno que propone incluir, verdaderamente, a todos. La hermandad que Cillóniz propone consiste en represar el agua de las cuencas andinas y de los ríos costeños y pagar un canon a las regiones que acepten compartirla.

“Salí como una hoja en blanco” dice Cillóniz cuando se le pregunta cómo empezó su campaña hace solo tres meses; y es verdad, salió a caminar por toda su región preocupado únicamente en escuchar lo que tenían que decirle los iqueños, los de las dos Icas dice: “La brillante, la que tiene campos hermosos y riego asegurado; y la oscura, la que no conoce el agua potable ni los servicios básicos”.

El primer lugar que ha logrado Cillóniz es un llamado a la reflexión a todos los empresarios y profesionales que aunque preparados y con buenas ideas, temen arriesgar y participar en política y terminan dejando el destino de sus regiones, de sus propiedades y de sus familias, en manos de improvisados, de extremistas o de truhanes.

Cillóniz creció de “otros” en las encuestas y llegó al primer lugar, atendiendo todas las invitaciones que le hizo la prensa, reuniéndose con los dirigentes de todos los pueblos, pero sobre todo andando, tocando las puertas y hablando, cara a cara, con los iqueños de todos los bolsillos porque a todos les falta lo mismo: El agua.

Cillóniz es un empresario exitoso que conoce de tecnología agrícola; que habla claro contra la corrupción y aborda con sinceridad los problemas de los pobres. Qué bueno sería, para Ica y para el Perú, que gane en la segunda vuelta. Y que otros Cillóniz aparezcan para el 2016.