Ana Bazo Reisman

Con la reciente salida de del sector Defensa tras el escándalo por un presunto intento de injerencia en ascensos militares, ya son 10 los ministros que el presidente ha perdido desde el arranque de su gestión. Quienes lo antecedieron en Palacio no presentaron tales niveles de inestabilidad ministerial en sus primeros 110 días. Y el problema tampoco es similar en los actuales gabinetes de Sudamérica.

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La Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio analizó la frecuencia con la que otros gobiernos peruanos cambiaron de miembros de Gabinete, y el caso más dramático sigue siendo el de Pedro Castillo: en estos poco más de tres meses, se cambió un ministro por cada 11 días en promedio.

En 110 días, el gobierno anterior de Francisco Sagasti llegó a cambiar a cuatro ministros (dos en Interior, una en Salud y una en Cancillería). En el caso de Martín Vizcarra, hubo tres salidas (Produce, MEF y Justicia). En tanto, Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala, Alan García y Alejandro Toledo no experimentaron turbulencias en sus gabinetes hasta pasados los 120 días.

Si el gobierno de Castillo mantuviera su frecuencia promedio de cambios ministeriales, al término de los cinco años de mandato habrán rotado cerca de 160 titulares; algo insólito si consideramos que el total común es de 50 a 60 cambios en ese rango de tiempo, como sucedió con Toledo, García y Humala.

Además, revisamos la configuración de actuales equipos ministeriales en otros siete países del subcontinente y hallamos que los cambios han sido mínimos o muy pasados los cuatro meses de gestión. Los gobiernos en donde hubo al menos una baja tras el inicio de mandato son los de Bolivia, Brasil y Ecuador. Así, Castillo se posiciona no solo en el Perú, sino también en la región como el presidente con mayores problemas para consolidar a sus actores políticos más importantes al interior del Poder Ejecutivo.

Nombramientos fallidos y reacciones tardías

En todas las situaciones que empujaron la salida de algún ministro en lo que va del gobierno de Castillo, ha existido un elemento común, que es la indecisión presidencial. Para el analista político Andrés Calderón, el presidente viene demostrando un confuso manejo de las crisis. Esto, por la poca o tardía reacción frente a escándalos o cuestionamientos que, en otros gobiernos, no se habrían dejado enfriar.

“En el caso de los predecesores, la mayoría de cambios ministeriales en sus primeros meses se debieron a escándalos sobre los que se tomaron decisiones inmediatas por el costo político que implicaba no atender la situación. Pero al presidente Castillo le cuesta tomar la decisión política más obvia. Posiblemente, eso se deba a que la propia reconfiguración de sus ministros abre pugnas al interior porque hay una correlación de facciones que el mandatario busca conservar”, sostuvo.

También en diálogo con este Diario, la politóloga Kathy Zegarra estimó que la dificultad de Castillo para formar un Gabinete estable tiene que ver con su orden de prioridades. En ese sentido, explica que, para el presidente, depositar confianza en su entorno sería más importante que evaluar a fondo otras cualidades, como el liderazgo político o representativo, la cuota técnica o, incluso algo más elemental, como la probidad para los cargos.

“En el caso del presidente Castillo, vemos que persiste en mantener a personas que no necesariamente cumplen con ese conjunto importante de cualidades. Y, considerando el poco apoyo que, en general, tiene en el Parlamento, ese criterio solo conlleva a crisis casi continuas dentro de su gestión, que es lo que ha ocurrido. Los comportamientos erráticos logran precarizar aún más al gobierno, pero hasta el momento no hay señales de corrección”, señaló.

Desde su asunción al cargo, el presidente Pedro Castillo ha tenido que cambiar a diez ministros. La rotación ha afectado a nueve sectores. (Foto: PCM)
Desde su asunción al cargo, el presidente Pedro Castillo ha tenido que cambiar a diez ministros. La rotación ha afectado a nueve sectores. (Foto: PCM)

La renuncia de Ayala al Mindef se oficializó más de 24 horas después de que este publicara su intención irrevocable. Además, días antes había declarado dejar su puesto “a disposición”, pero el presidente no dio una respuesta firme y Ayala se mantuvo en el sector.

Según las denuncias de los comandantes generales retirados del Ejército y de la Fuerza Aérea, en la aparente interferencia en los ascensos estarían involucrados, además de Ayala, el secretario general de Palacio, Bruno Pacheco, y el propio presidente Castillo, quien hasta el momento no ha expuesto aclaraciones.

Mirtha Vásquez en medio

Ambos especialistas remarcan que el debilitamiento por las crisis ministeriales pone a prueba a la jefa de la PCM, Mirtha Vásquez, quien se perfilaba como una pieza de equilibrio entre tantos errores políticos. No obstante, su rol puede ir desgastándose si Castillo sigue esquivo en darle respaldo cuando la salida de un ministro es necesaria.

“En términos sencillos y muy gráficos, yo diría que la situación del gobierno en cuanto a su Gabinete es la de una torre de Jenga [un juego de mesa, consistente en retirar todas las piezas posibles sin que la edificación se derrumbe]. Diría que, dentro de ese ejemplo, todavía hay equilibrio, pero evidentemente es muy frágil, y la pieza que podría derrumbarlo todo sería otro episodio en el que Mirtha Vásquez quede desautorizada y ella ya no tolere ese vaivén. El hecho de que considere necesario publicar sus posturas o reclamos por Twitter ya genera señales de un problema de respaldo”, estimó Andrés Calderón.

El caso más notorio fue el de Luis Barranzuela, separado del ministerio del Interior tras revelarse que infringió restricciones sanitarias al organizar una fiesta en su domicilio la noche del 31 de octubre. Por Twitter, Vásquez hizo pública su postura de separar al ahora exministro, pero la respuesta del mandatario no fue inmediata. Barranzuela fue obligado a renunciar el 3 de noviembre. Calderón sostiene que la costumbre de Castillo a optar por la incertidumbre puede ser una de las razones por las que el Gabinete actual sigue conviviendo. Sin embargo, insiste en que ese equilibrio precario tendrá un límite.

Mirtha Vásquez juró al cargo de presidenta del Consejo de Ministros el 6 de octubre y logró la confianza del Congreso, aunque con una baja votación. En poco menos de mes y medio, su Gabinete ha experimentado dos bajas ministeriales, con las salidas de Luis Barranzuela y Walter Ayala. (Foto: Renzo Salazar / @photo.gec)
Mirtha Vásquez juró al cargo de presidenta del Consejo de Ministros el 6 de octubre y logró la confianza del Congreso, aunque con una baja votación. En poco menos de mes y medio, su Gabinete ha experimentado dos bajas ministeriales, con las salidas de Luis Barranzuela y Walter Ayala. (Foto: Renzo Salazar / @photo.gec)
/ Renzo Salazar

Para Kathy Zegarra, es importante recordar que las dificultades de coordinación a la interna no se limitan al período de Mirtha Vásquez, pues también eran evidentes en el de Guido Bellido. Por tanto, el problema no necesariamente se resolvía solo con un perfil específico para la jefatura del Gabinete.

Sin embargo, expresó que un eventual alejamiento de Vásquez del gobierno sería altamente nocivo para el propio Castillo, tomando en cuenta el nivel de oposición que tiene en frente desde el Congreso. Y, aun así, para la especialista, Castillo no ha dado signos de buscar retenerla.

“En el escenario hipotético de una salida de Vásquez y, con ello, una nueva crisis de Gabinete, Castillo se quedará peligrosamente solo. No debemos olvidar que Mirtha Vásquez, al hacer sus incomodidades públicas, también está buscando mantener su capital político y que su imagen no se vea afectada. Digamos que las decisiones erráticas del presidente no solo perjudican la imagen de su gobierno, sino que también desafían continuamente las válidas aspiraciones políticas de ese entorno de actores; entre ellos, Mirtha Vásquez”, dijo.

Rotación peligrosa

Hasta el momento, Castillo ha tenido que renovar al menos una vez las carteras de PCM, Trabajo, Interior, Cultura, Educación, Relaciones Exteriores, Producción, Energía y Minas, y Defensa. La politóloga Kathy Zegarra indicó que los continuos cambios ministeriales son altamente dañinos no solo para la estabilidad del Gabinete o del propio gobierno, sino también para la gestión de las políticas públicas en los sectores. Por ello, explica que la selección de ministros debería entenderse desde la presidencia como una tarea seria, con miras de largo plazo.

“Cuando existen cambios dentro de los ministerios, los sectores entran en una relativa pausa hasta que llegue el o la reemplazante. Recordemos que un titular de ministerio llega y se va con sus personas de confianza también. Por tanto, la inestabilidad trae consigo una intermitencia en la adaptación para el trabajo sectorial. Eso tiene una repercusión si pensamos en la elaboración de reformas, pero también está la posibilidad de que todo un enfoque de gestión cambie y se dé paso a una contrarreforma o a un retroceso en las políticas”, advirtió.

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El analista Andrés Calderón coincide en que la alta rotación ministerial termina opacando y obstaculizando al gobierno en general. Puntualiza que, además, la persistencia del presidente en optar por ciertas designaciones cuestionadas le resta oportunidad de lucir sus pocos logros de gestión o de siquiera acercarse a alcanzar metas programáticas.

“Sus primeros 100 días han sido, básicamente, de promesas de cambio y escándalos, pero de poquísimos resultados que mostrar. Esto, porque la discusión sigue centrándose en los ministros polémicos, en los filtros que el gobierno no aplica para convocarlos, y en la resistencia a dejarlos ir”, comentó.

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