Julio Chapo’ o ‘Rodrigo’, mando militar de Sendero Luminoso y quinto en el escalafón jerárquico de la organización terrorista, cayó la madrugada del viernes.
Julio Chapo’ o ‘Rodrigo’, mando militar de Sendero Luminoso y quinto en el escalafón jerárquico de la organización terrorista, cayó la madrugada del viernes.
Enrique Vera

Julio Chapo’ o ‘Rodrigo’, mando militar de Sendero Luminoso y quinto en el escalafón jerárquico de la organización terrorista, fue capturado la madrugada del viernes, pero la estela de terror y muerte que ha dejado en los caseríos del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) es larguísima. Como parte del llamado tercer destacamento del batallón 2 de Sendero, ‘Julio Chapo’ operaba en el eje que abarca los distritos de Vizcatán del Ene y Santo Domingo de Acobamba, en Junín, con uno de sus apelativos en cada sector.

En agosto del 2017, ‘Rodrigo’, como se hacía llamar en los anexos de Vizcatán del Ene, encabezó el secuestro y tortura del entonces presidente del comité de autodefensa de Valle Hermoso, Adrián Bovis Vega. Con los 20 hombres armados que tenía bajo su mando, el terrorista irrumpió durante un partido de fútbol que Bovis jugaba en el pueblo y se lo llevó a rastras junto con su hermana, Elva.

Camino al monte, Elva fue liberada, pero le advirtieron que no vería más a Adrián. A él lo acusaban de negarse a pedir armas para los terroristas y de ser un colaborador del Ejército. El año pasado, Elva Bovis y una veintena de comuneros desplazados de Vizcatán del Ene por la violencia terrorista, enviaron un oficio al Congreso de la República. Allí dieron cuenta de aquel suceso y otros igual de sangrientos. El Comercio accedió a los testimonios de algunos de estos comuneros.

El grupo subversivo que dirigía ‘Rodrigo’ o ‘Julio Chapo’ también es responsabilizado del asesinato del dirigente de Alto Mantaro Elvis Sayme Curo, de la tortura al exdelegado vecinal de Valle Hermoso Adolfo Apaza, de la desaparición del balsero Pedro Luján, y otros crímenes selectivos perpetrados en el distrito de Vizcatán del Ene. Ninguno de los cadáveres ha aparecido.

A todos ellos, los terroristas los amenazaban por no integrar su red de informantes, por negarse a los adoctrinamientos y rechazar que la población les entregara el 50% de ganancias por la venta de madera de los árboles que tenían en sus tierras.

Ese era el rol de ‘Julio Chapo’: el hostigamiento y la venganza despiadada. O lo que Sendero rotula como ‘control poblacional’. Una misión que el cabecilla Víctor Quispe Palomino ‘José’ le había pedido extender desde los pueblos de Santo Domingo de Acobamba a los de Vizcatán del Ene; así como a Huachocolpa, Tintay Punko y Roble, en Huancavelica, según las pesquisas de las Fuerzas Armadas (FF.AA.).

Las investigaciones concluyeron además en que ‘Julio Chapo’ perpetró el asesinato de tres integrantes de la familia Camargo Ponce en el anexo Libertad de Mantaro, en Santo Domingo de Acobamba. El crimen, a mediados del 2018, causó la huida de casi todos los campesinos de ese pueblo por temor a morir.

Pero el caso de los Camargo, señalados también por ser informantes del Ejército, fue solo otro eslabón de la cadena de asesinatos selectivos en los caseríos de Santo Domingo de Acobamba. En julio del 2014, la columna armada de ‘Julio Chapo’ y ‘Julio Pucañahui’, otro mando militar de Sendero, asesinó al presidente de la ronda campesina de Libertad, Santiago Estrada. Y al año siguiente, en Huancamayo, al juez de paz Cipriano Calderón y al presidente de la comunidad Rubén Alfaro.

Dentro de su historial delictivo, las FF.AA. han consignado además el asesinato del suboficial EP Percy Pérez Escobar, quien se desempeñaba como profesor en Jatun Chilche de Carrizales, y la emboscada a un convoy del Ejército que dejó ocho militares y dos civiles muertos, el 9 de abril del 2016, en Junín. También, el atentado contra cuatro policías en el sector Huaccoto, distrito de Cosme (Huancavelica), el 7 de junio del 2018; dos años después las correrías de ‘Chapo’ terminarían en ese mismo lugar.

El sábado pasado, el mando de Sendero Luminoso ‘Julio Chapo‘ fue trasladado de Huancayo al Grupo Aéreo 8 (Callao) en medio de un fuerte cordón de seguridad. Deberá responder por muchos crímenes. (Foto: Andina)
El sábado pasado, el mando de Sendero Luminoso ‘Julio Chapo‘ fue trasladado de Huancayo al Grupo Aéreo 8 (Callao) en medio de un fuerte cordón de seguridad. Deberá responder por muchos crímenes. (Foto: Andina)

—La captura—

Hace varias semanas, agentes del Comando de Inteligencia de Operaciones Especiales Conjuntas (Cioec) y de la policía (Diviac y Dirandro) seguían el rastro de una banda de narcotraficantes que trasladaba droga por el distrito de Chinchihuasi, en Churcampa (Huancavelica).

Las fuerzas combinadas descubrieron, vía escuchas telefónicas, que el plan de los narcos era dinamitar la comisaría de Paucarbamba y emboscar con explosivos a un convoy policial. Para desarrollar estas acciones, la mafia se había coludido con ‘Julio Chapo’, cuya columna daba resguardo a los transportes de droga desde el Vraem.

El objetivo aparente era controlar la zona, que es paso obligado para los cargamentos de los narcotraficantes. Uno de ellos fue capturado la semana pasada y, días después, los agentes identificaron dos casas que funcionaban como ‘caletas terroristas’ en el centro poblado de Cosme. En una de estas pernoctaba ‘Julio Chapo’.

La noche del último jueves se diseñó la estrategia de captura en la Base Contraterrorista de Pampas. En la primera casa allanada fue capturado el narcotraficante Rafael Ipchas Muñoz. En la segunda, que era más que nada un almacén de armas y explosivos, estaba ‘Julio Chapo’. Allí, las fuerzas combinadas incautaron dos fusiles AKM, bombas artesanales, una pistola, cordón detonante, mechas, un equipo de comunicación y una moto lineal. El sanguinario terrorista cayó mientras dormía envuelto con una frazada. Su nombre, que sería Hugo Sixto Campos Córdova, aún no ha sido confirmado.

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