Rawa Muñoz tiene fiebres altas y complicaciones para respirar. Su familia solo puede suministrarle preparados con plantas medicinales.
Rawa Muñoz tiene fiebres altas y complicaciones para respirar. Su familia solo puede suministrarle preparados con plantas medicinales.
Enrique Vera

Merci Muñoz no recuerda bien cómo empezó. Si primero fue la fiebre, los espasmos por la tos recurrente o si todo llegó de golpe para Rawa, como un zarpazo. Ella llora porque ha visto de cerca en varias familias de la comunidad shipiba coniba San Francisco (Ucayali), donde viven, el sufrimiento que ahora consume a su hermano menor. Un mal silencioso y letal del que nadie en San Francisco aún puede tener certeza: unos vecinos aseguran que es el dengue; otros, que se trata de los efectos del coronavirus.

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Rawa Muñoz no puede levantarse a su cama desde el domingo. "La mitad de mi pueblo está infectado", dice.
Rawa Muñoz no puede levantarse a su cama desde el domingo. "La mitad de mi pueblo está infectado", dice.

Lo concreto es que el artista plástico Roldán Alcides Muñoz Agustín (Rawa, en shipibo conibo) no puede levantarse de su cama desde el domingo. A las convulsiones por la tos le sobrevino una profunda fatiga diaria y complicaciones en la respiración. Merci dice que, como él, hay en su comunidad decenas de afectados por la misma sintomatología. Pero hasta ahora ni uno ha sido sometido a una prueba de descarte del COVID-19 y, menos aún, ha recibido tratamiento médico.

“No ha llegado ningún equipo de médicos aquí, señala.

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La comunidad nativa San Francisco está a una hora del centro del distrito de Yarinacocha. Rawa vive con sus padres y estaba al cuidado de ellos hasta que cayó enfermo. Desde el brote de la pandemia en el país, él era el único de su familia que iba a Yarinacocha para comprar alimentos y provisiones. Pese a que siempre llevaba protección, Merci cree que en una de esas salidas su hermano se infectó de COVID-19. Ahora está aislado en su misma casa, pero ahí su salud ha ido empeorando día con día.

Los graves cuadros febriles apenas permiten hablar al artista. En un video enviado a este Diario, Rawa expresa a duras penas que el pueblo indígena shipibo conibo enfrenta dos monstruos silenciosos (dengue y coronavirus) y se está muriendo lentamente. Además, escribió que ya más de la mitad de los habitantes de San Francisco está contagiada de uno de los dos males, que el pecho se le cierra; y que busca estar tranquilo en medio de su pesar, pero el pánico lo domina. “Para seguir viviendo, mi pueblo y yo necesitamos medicamentos”, anotó.

"Para seguir viviendo, mi pueblo y yo necesitamos medicamentos", escribió el artista.
"Para seguir viviendo, mi pueblo y yo necesitamos medicamentos", escribió el artista.

El puesto de salud de San Francisco está desabastecido. Merci dice que los medicamentos se terminaron con el grueso caudal de aquejados por dengue que trajo el verano. Sin embargo, todos los días el local luce lleno de pacientes que casi no pueden respirar, que se desmayan en el camino o que amanecen en la puerta a la espera de un milagro.

El peor temor de los familiares de Rawa es acudir al hospital de Pucallpa y no encontrar cama para él; o que, de ser internado, salga muerto por el hacinamiento de pacientes con COVID-19. En su confinamiento, no han podido concretar que el Ministerio de Salud (Minsa) realice al artista siquiera una prueba rápida de descarte. La urgencia los ha llevado a suministrarle preparados de plantas medicinales (eucalipto, múcura o malva) con ajo, hoja de limón o kión. Nada ha sido suficiente hasta hoy.

“Hay cosas que ya nos estamos inventando y eso es lo más triste. Necesitamos antibióticos de emergencia”, clama Merci. Las veces que ella ha intentado comprar al menos un paracetamol, la crisis y la insensatez le han estallado en la cara. Asegura que en las boticas y farmacias cercanas a su pueblo el precio de esta pastilla es de S/8; o que las venden solo por blister, cuyo costo mínimo es de S/30. Para una población que subsiste casi en su totalidad sin acceso a un salario fijo, esta realidad quizá configura su más terrible mal endémico.

Para el desarrollo de sus pinturas, Rawa ha experimentado con la utilización de la ayahuasca.
Para el desarrollo de sus pinturas, Rawa ha experimentado con la utilización de la ayahuasca.

Si esto ocurre solo a una hora del distrito de Yarinacocha, la situación en los pueblos indígenas más alejados de la ciudad es tan incierta como cruda. Merci Muñoz señala que la gente de aquellas comunidades está muriendo sin saber si padecía COVID-19 o dengue, y que las cifras de fallecidos es totalmente desconocida más allá de sus fronteras.

Días atrás en diálogo con El Comercio, la viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura, Ángela Acevedo, refirió que a la fecha no hay una cifra exacta de indígenas que hayan contraído coronavirus debido a que en el registro del Minsa no se había incluido la variable étnica. Sin embargo, remarcó que ello ya se ha empezado a subsanar a través de la recién aprobada Estrategia Multisectorial para la implementación y ejecución de servicios y acciones para la protección y atención de los pueblos indígenas u originarios, contemplada en el Decreto Legislativo 1489.

El artista plástico Rawa Muñoz empezó a pintar a desde niño. Para el desarrollo de sus pinturas ha experimentado con la utilización de la ayahuasca. Sus cuadros reflejan la visión interna que le proporciona la planta sagrada. La obra de Rawa ha sido parte de múltiples exposiciones dentro y fuera del país.

Pintor indígena Rawa Muñoz está grave y clama ayuda al Estado

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¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?

Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.

¿Cómo se contagia el coronavirus?

El COVID-19 se contagia por el contacto de una persona sana con otra que esté infectada. Esta enfermedad se propaga de persona a persona mediante las gotículas procedentes de la nariz o boca cuando el que se encuentra enfermo tose o exhala.

En muchos casos, estas gotículas caen sobre objetos o superficies, que después tocan otros individuos y se llevan a la nariz, ojos o boca cuando pasan sus manos por la cara.

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