El presidente Martín Vizcarra anunció un referéndum sobre la reforma política y judicial el 28 de julio en el Parlamento. (Foto: Congreso)
El presidente Martín Vizcarra anunció un referéndum sobre la reforma política y judicial el 28 de julio en el Parlamento. (Foto: Congreso)
Fernando Vivas

Primero, la del. Que se gane su próximo aplauso a punta de buen gobierno, de obra, reforma y reconstrucción; no de palo al opositor ni plebiscito esquinado. Presumo que en esas está y que se puso el 9 de diciembre del referéndum, como deadline para iniciar un redoble proactivo. Que intensifique, pues, los esfuerzos y, para variar, vea la forma de conseguir concertando algunas cosas que le provoca conseguir pechando.

La decisión capital de Vizcarra hacia un gobierno de obra y concertación, pasa por otra decisión capital y ajena, la de César Villanueva. Hace meses que se lo ve andar a otro ritmo que el del presidente, con declaraciones fallidas que delatan descoordinaciones o tropiezos personales. Es posible que a Vizcarra le acomode precisamente tener a un socio político que no le haga sombra desde su ala de Palacio; pero vaya que nos convendría contar con un primer ministro que complemente al presidente y se haga oír por él. Que le de soporte técnico con aplomo político negociador, estableciendo prioridades en función de una planificación; y no un ‘Chinchero va’. Mal haría César Villanueva si se resigna a un papel opaco del que solo se desprendería si el presidente se lo pide o con el juego peligroso de una cuestión de confianza. Que el hombre que con su equipo sí es eficaz en la prevención de conflictos regionales, nos ahorre uno mayúsculo entre poderes del Estado y lleve la fiesta en paz con la díscola bancada.

Aquí viene la tercera decisión capital: cualquier cosa que decida este par de bien intencionados y respetables caballeros, se facilitará si el Congreso entra en modo control constructivo. Si la mayoría que aún le queda a Fuerza Popular (FP) vuelve al chip obstruccionista que Keiko prometió desterrar, ¡sonamos! El carbón aprista ha provocado muchos incendios en los que FP ha salido más quemada que el oficialismo. Daniel Salaverry podría haber conducido ese proceso dentro del fujimorismo, pero la resistencia a ello lo llevó a ser independiente. Censurarlo a él, o a cualquier ministro, sin conocer la propuesta de Gabinete remozado, sería un despropósito. Fuera de ese tira y afloje, el fujimorismo podría hacerse y hacernos un gran favor si no pone trabas a la ejecución de la sentencia del TC que faculta la creación de nuevas bancadas.

La mayoría absoluta, en lugar de un patrimonio, terminó siendo un terrible lastre para FP y sus aspiraciones al 2021, pues estaba viciada por agendas subalternas, extremismos conservadores, malos elementos que terminaron saboteando su Plan Perú. Quedarse con un núcleo moderado que se apropie de una agenda de reformas que hoy está en Palacio y que evite usar su poder político para sacar a Keiko de prisión (como ella hizo con su padre) pues los intentos en ese sentido le serán contraproducentes.