Macarena Costa Checa

Como suele ocurrir en el Perú, nos encontramos, una vez más, inmersos en un panorama político saturado. En las últimas semanas, nuestra atención ha estado fijada en los sucesos en curso entre la JNJ, el Congreso y la fiscalía. Sin embargo, al enfocarnos detalladamente en estos eventos, solo nos permitimos advertir la punta de un iceberg que oculta una realidad mucho más amplia y compleja.

Según revela la última encuesta de Datum para El Comercio, Dina Boluarte cuenta tan solo con un 9% de aprobación en el país, y el Congreso con un 7%. Estas cifras reflejan una insatisfacción sin precedentes recientes, especialmente para un gobierno que apenas cumple un año en el poder. A modo de comparación, Alejandro Toledo llegó a un 8% de aprobación en el 2004.

Los invito a hacer un ‘zoom out’. La inédita turbulencia que se palpa hoy en el país plantea una pregunta crucial: ¿quién (o quiénes) van a capitalizar este descontento? Actualmente, hay 25 partidos políticos aptos para postular a un proceso electoral, incluido el partido Antauro, de –no hay que ser adivinos– Antauro Humala, que logró su inscripción esta semana.

Se perfila un escenario político volátil e impredecible. Ese es un terreno fértil para que surja un ‘outsider’, un líder populista con propuestas extremas de cualquier vereda ideológica. En este tablero político de partidos sin candidatos y candidatos sin partido, la pregunta no es si surgirá un ‘outsider’, sino cuándo y con qué agenda radical.

El informe Latinobarómetro 2023, publicado esta semana, lo confirma. El Perú registra un 91% de insatisfacción con nuestra democracia, el porcentaje más alto entre los países analizados. Un 41% de los peruanos no solo están insatisfechos con la democracia, sino que también son indiferentes al tipo de régimen político o inclinados hacia el autoritarismo.

Nuestro país se encuentra en una encrucijada política crítica. De hecho, el descontento trasciende la esfera política, reflejando una sociedad en búsqueda de identidad y rumbo, aunque esa es materia de una amplia discusión aparte.

La insatisfacción con nuestros líderes e instituciones no solo es un reflejo del presente, sino un presagio de lo que viene. La idea de un Milei o un Bukele peruano puede sonar atractiva para muchos, pero la realidad es que nos encontramos ante una ruleta rusa. Lo que surja en el Perú no será simplemente una copia de estos líderes, sino una figura o figuras únicas, moldeadas por nuestra situación nacional singular.

Mientras nos enfocamos en los retos actuales, es imperante estar atentos al panorama más amplio: el inminente surgimiento de un líder autoritario (o varios) que, aprovechando nuestro descontento, podrían cambiar el destino de nuestra nación.

Macarena Costa Checa es politóloga