El Índice de Precios de Exportación (IPX) cayó 2.4% en julio. (Foto: AFP)
El Índice de Precios de Exportación (IPX) cayó 2.4% en julio. (Foto: AFP)
Editorial El Comercio

Con una economía relativamente pequeña y abierta al mundo, el tiene en sus exportaciones una herramienta invaluable para generar desarrollo sostenible. Su importancia, de hecho, ha aumentado: si a finales de los años ochenta las ventas al exterior representaban 13% del PBI, el año pasado fueron casi 21,8%. Dada nuestra escala, para todo efecto práctico el mercado global –o incluso solo el mercado chino– representa una demanda infinita de aquello que logremos producir y comerciar eficientemente. Los ejemplos emblemáticos de los llamados tigres asiáticos (Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong) siguieron, aunque con matices, esta ruta.

Como hemos mencionado antes en estas páginas, las dos principales historias de éxito de las últimas décadas para el sector exportador peruano han sido la y la . ¿Cuál ha sido el desempeño y la importancia de ambas en los últimos años?

En la historia de éxito de la minería, la verdad es que la trama se ha venido complicando. El volumen de exportaciones de cobre se ha multiplicado casi por cinco desde 1999. Esto se logró gracias a la promoción nacional de la actividad minera en un marco regulatorio adecuado, a la rica dotación natural del Perú, y a los buenos precios internacionales, de modo que dicho mineral –por sí solo– representó casi un tercio del valor total de las exportaciones el año pasado. Sin embargo, en los últimos tres años el volumen enviado al exterior ha subido relativamente poco, los nuevos grandes proyectos en fases avanzadas –más allá de Quellaveco– casi no existen o tienen graves problemas de viabilidad, y la exploración va en retroceso. En envíos de oro, el segundo mineral de la cartera exportadora peruana en importancia, la narrativa es aún más difícil: hasta ahora no se alcanzan los volúmenes enviados hace casi 15 años. El suspendido proyecto Conga, en Cajamarca, hubiera podido voltear la trayectoria de deterioro, pero esa ya es historia conocida.

La otra cara de la moneda ha sido la agroexportación. Sin llegar a compensar por su escala las pérdidas debido a los retrasos y paralización de proyectos mineros, los envíos de palta, uva, espárrago, arándano, mango o quinua han revolucionado la oferta exportadora nacional y creado empleo formal ahí donde más se necesitaba. En ese sentido, la reciente extensión del régimen agrario por parte del Congreso ha sido una buena noticia. El año pasado, solo el valor de los envíos de arándano –un producto que prácticamente no existía en los valles del Perú hasta hace poco– fue no muy distinto del valor de toda la exportación de minería no metálica del país.

Y este último punto, de hecho, debe llamar también la atención. ¿Qué ha pasado con la oferta exportadora que no es minería metálica ni agrícola? Por ejemplo, el sector textil –segundo en importancia entre las exportaciones no tradicionales– ha caído en 27% en los últimos cinco años. Los envíos de manufactura no primaria, en general, no han logrado despegar. En no pocos casos, los retos de burocracia, infraestructura y logística son parte del problema. Mucho depende aquí de los ciclos económicos del resto del mundo, pero más depende de lo que hagamos, o dejemos de hacer, localmente.

Es difícil sobrestimar cuánto le cuesta al país esta situación en términos de movimiento económico, empleos y tributos. El Perú tiene potencial para duplicar su producción minera si se lo propone y desarrollar, de la mano, otras industrias no primarias de gran valor agregado relacionadas con la minería –como la metalmecánica– con mercado internacional. En agroexportación, el negocio está a la espera de nuevos y grandes proyectos de irrigación –frenados por algunos gobiernos regionales– para expandir su frontera agrícola, y de autorizaciones fitosanitarias para entrar a más destinos. En el libro de historias de éxito de la exportación peruana quedan aún varios capítulos por escribirse. Solo hace falta voluntad política y algo de imaginación.