(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Alfredo Torres

El Perú y Venezuela han tenido desde hace muchos años una población similar. Aunque las estadísticas en la Venezuela de hoy son poco confiables, no cabe duda de que ese virtual empate ya se rompió. De Venezuela han emigrado en los últimos años más de 3 millones de personas y el Perú ha acogido a 600 mil de ellas. Las proyecciones para el 2019 son pavorosas: se estima que saldrán de Venezuela entre 2 y 5 millones de personas más y al Perú llegarán al menos 400 mil, con lo cual llegaremos al millón de inmigrantes venezolanos. Pronto Venezuela tendrá 15% de su población fuera del país.

La migración es hoy un problema universal. Esta misma semana, en que Nicolás Maduro empezó un nuevo período del “Socialismo del Siglo XXI”, que inició Hugo Chávez hace 20 años, Donald Trump viajó a la frontera con México para insistir en la necesidad de construir “su muro”. Cientos de miles de empleados públicos norteamericanos se encuentran impagos como medida de presión de Trump al Congreso para que le autoricen el millonario presupuesto que ha solicitado para construir un muro en la frontera. En Estados Unidos hay actualmente 50 millones de inmigrantes, el 15% de la población del país.

Algunas migraciones son consecuencia de las guerras –como en el caso de Siria– pero en la mayor parte de los casos la economía es el motivo para emigrar. La población abandona los países o regiones donde la pobreza va en aumento y emigra a países o regiones donde ve más oportunidades de desarrollo. Por eso países como Estados Unidos o Alemania reciben millones de inmigrantes y en países como Venezuela los ciudadanos se van por miles cada día. Ante la desastrosa política económica que sufren, votan con los pies. En muchos casos, literalmente: emigran caminando porque no tienen para pagar un pasaje.

La migración no es solo un problema internacional. Por motivos similares, ocurre en el interior de cada país. En el Perú, por ejemplo, hay regiones receptoras de inmigración y regiones que sus habitantes abandonan por falta de oportunidades. Lima ha sido por décadas el mayor receptor de inmigrantes. Según el censo del 2017, la tercera parte de sus habitantes nació fuera ella. Es decir, la tasa de inmigración hacia Lima es el doble de la de Estados Unidos de América.

En el otro extremo, está Cajamarca. De acuerdo con un estudio que ha hecho Ipsos con datos del censo, el 30% de los nacidos en Cajamarca emigró de la región. En efecto, Cajamarca tiene hoy 1,4 millones de habitantes y 640 mil nacidos en Cajamarca residen en otros lugares del Perú. El MAS de Gregorio Santos, que lideró la región los últimos ocho años –oponiéndose a Conga entre otras inversiones–, debe tener una buena explicación. La tasa de emigrantes de Cajamarca es el doble de la Venezuela.

Así como el Perú está dejando atrás en desarrollo y en población a Venezuela, el ránking demográfico de las regiones del Perú también refleja sus diferentes estrategias de desarrollo. Por ejemplo, en el censo de 1993, Cajamarca tenía 1,3 millones de habitantes y Arequipa 940 mil. Hoy Arequipa cuenta con 1,5 millones y ya pasó a Cajamarca que se estabilizó en 1,4. Es cierto que Arequipa ha crecido en parte por la inmigración de Puno, pero eso se debe a que Puno es –después de Cajamarca– el segundo departamento del país en producir emigrantes y por el mismo motivo: no haber desarrollado un espacio propicio para atraer inversiones que generen empleos productivos para sus habitantes.

Además de Lima y Arequipa, otras regiones que han venido atrayendo más inmigrantes que expulsando emigrantes, es decir, que cuentan con un saldo neto migratorio positivo son Callao, Tacna, San Martín, Ucayali, Madre de Dios, Ica y Moquegua. En cambio, los departamentos con mayor saldo neto migratorio negativo son Cajamarca, Puno, Áncash, Piura, Huancavelica, Ayacucho, Junín, Huánuco, Cusco y Apurímac, en ese orden.

La migración tiene múltiples rostros. En el ámbito internacional, a los peruanos nos toca recibir solidariamente a nuestros hermanos venezolanos y tratar de aprovechar sus diferentes talentos en pro del desarrollo nacional. En el ámbito interno, en cambio, nuestros 25 gobernadores regionales que acaban de asumir funciones tienen otro desafío: generar oportunidades de desarrollo en sus regiones para su población de manera que no tengan que emigrar. Puede ser la agroexportación, la minería, el turismo o alguna otra actividad en que sean competitivos. Lo que no pueden hacer es ignorar la necesidad de atraer inversión para su desarrollo regional.

*El autor es presidente ejecutivo de Ipsos Perú.