(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Alfredo Torres

La propuesta del presidente de representa un salto al futuro que ha indignado a sus opositores y generado incertidumbre en ciertos círculos. Para los primeros, se trata de una típica “huida hacia adelante” de un populista vanidoso que pretende quebrar el orden legal. Para los segundos, la medida afectará seriamente la economía y podría incluso generar una recesión. La verdad es que ambas afirmaciones tienen poco asidero.

Es innegable que el país está en crisis política. El problema es que esta crisis lleva ya tres años. Antes de Vizcarra, intentaron resolverla el expresidente y sus primeros ministros y . Los tres habían sido exitosos ministros en gobiernos anteriores y desarrollado buenas relaciones con el fujimorismo o el aprismo. PPK había hecho campaña por en la segunda vuelta del 2011, Zavala había sido gerente general de Indecopi en el gobierno de Alberto Fujimori y Araoz candidata presidencial por el Apra en el 2011. Sin embargo, los tres fracasaron en el intento.

A su vez, Vizcarra había sido candidato del Apra en las elecciones regionales del 2006, luego exitoso gobernador entre el 2011 y el 2014 e invitado a ser candidato al por en el 2016, antes de aceptar la candidatura a la vicepresidencia de PPK. Su primer jefe de Gabinete, César Villanueva, también había sido ministro y un gobernador destacado. Pero tanto Vizcarra como Villanueva, como antes PPK, Zavala y Araoz, fracasaron en el intento de lograr entenderse con la mayoría parlamentaria. Si tantas personas con experiencia en la gestión pública y antecedentes de una buena relación previa con el fujimorismo y el aprismo fracasan sucesivamente, es razonable suponer que este fracaso no es casual, sino el resultado de una decisión consciente de sus contrincantes. Querían verlos fracasar. Ese es el contexto en el que Vizcarra plantea el adelanto de las elecciones generales.

En cuanto a la situación económica, lo cierto es que la tasa de crecimiento y la confianza venían declinando desde antes del mensaje del 28 de julio. El deterioro de las expectativas –por razones internas y externas– ya había sido registrado en varias encuestas y las expectativas de crecimiento del PBI de los expertos ya habían caído por debajo del 3%. Es posible que el adelanto de elecciones genere una reducción de medio punto adicional. Algunas inversiones esperarán a ver quién gana las elecciones para confirmar sus proyectos. Pero, por la misma razón, es posible que se adelante luego la recuperación económica. El medio punto de PBI que se pierde por la incertidumbre puede recuperarse dentro de un año y no dentro de dos.

El adelanto de elecciones no es nuevo en el Perú. Luego de conocerse los ‘vladivideos’, Alberto Fujimori lo anunció en setiembre del 2000. Dos meses después, el Congreso lo formalizó. Esa reforma de la Constitución se hizo sin mediar referéndum ni votaciones en dos legislaturas en los plazos establecidos. Se hizo todo en pocas semanas porque había voluntad política. Fujimori se fue del país y renunció después de aprobarse la reforma constitucional.

No es común el adelanto de elecciones en regímenes presidenciales, pero sí en sistemas parlamentarios. Sin llegar al extremo de Italia, que ha tenido 66 gobiernos desde la Segunda Guerra Mundial, en España ha habido elecciones generales en el 2015, el 2016 y el 2019. De no lograrse formar una coalición que le brinde mayoría al próximo gobierno, podría haber nuevas elecciones pronto. Las elecciones son una práctica común en las democracias. No tienen por qué paralizar la economía.

Lo que pone nerviosos a los inversionistas en el Perú no es la fecha de las elecciones, sino la incertidumbre sobre sus resultados. Lo que está claro es que, a mayor polarización política, mayor probabilidad de que las opciones extremistas ganen respaldo. Una elección en el 2020 puede ser mejor para la economía si se hace de manera ordenada. Prolongar la crisis política hasta el 2021 a estas alturas solo contribuiría a postergar la recuperación económica y a incrementar la agitación social con fines políticos.

Un factor que podría ayudar a una transición ordenada es la personalidad conciliadora que caracteriza tanto al primer ministro Salvador del Solar como al presidente del Congreso, Pedro Olaechea. Si bien el segundo ha tenido la última semana algunas expresiones desafortunadas, su trayectoria lo avala. El adelanto de las elecciones no era lo mejor para el país. Habría sido mejor una reforma política con elecciones primarias en todos los partidos que permitiesen conocer y escoger mejor a los candidatos. Pero, dadas las circunstancias, creo que es la opción menos mala. Lo mejor que podría hacer ahora el Congreso es allanarse y contribuir a salvar lo que se pueda de la reforma política para mejorar la representación y la gobernabilidad en el futuro.