(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).

En su último mensaje a la nación, el presidente ha sostenido que existen “grandes intereses y grupos de poder” contra él y su gobierno. Sin embargo, no ha dicho cuáles son.

Una frase así de general requiere precisión, porque a muchos peruanos nos gustaría saber quién o quiénes están saboteando al gobierno y a las reformas políticas, económicas, sociales y tributarias que este impulsa. A estas alturas, la identificación del o de los grupos de poder es clave para tomar medidas en beneficio de todos y no de un determinado colectivo, como ha sucedido con muchos gobiernos a lo largo de nuestra historia.

¿Se trata de grupos de poder político? ¿Mafiosos? ¿Mediáticos? ¿Económicos? Y dentro de estos, a cuáles se refiere, porque existe una pluralidad de conjuntos bien estudiados por el sociólogo Francisco Durand. En su obra, “Los doce apóstoles de la economía peruana”, Durand nos indica que estos grupos de poder económico se proyectan políticamente, capturando al Estado a fin de ponerlo a su servicio.

¿Cómo lo hacen? A través de lobbies o mediante lo que se conoce como “puerta giratoria”, colocando en el Estado a funcionarios leales que salen de las empresas. Como he mencionado, esto se ha dado a lo largo de la historia del Perú y ocurre también en muchos países. La solución es autonomizar al Estado de dichos grupos –en lugar de ponerlo a su servicio–. En otras palabras, separar la política estatal de los intereses del poder económico.

En cuanto a los grupos que detentan poder político, quizá el presidente Vizcarra haga referencia a lo que se conoce como la sorda alianza ‘aprofujimorista’. Es posible que algunos líderes partidarios se opongan a las reformas políticas, entre ellas la democratización interna de las agrupaciones políticas y las elecciones internas abiertas, porque si estas se convierten en ley, la época de los caudillos tiene las horas contadas.

Podría ser también que estos grupos de poder sean de naturaleza mafiosa (los peores de todos). Organizaciones delincuenciales construidas para penetrar en el Estado con la finalidad de, al igual que ocurre con los grupos de poder económico, ponerlo a su servicio, sobre todo cuando hablamos del narcotráfico.

En cuanto a los grupos de poder económico, estos se oponen en su mayoría a que se dicte una norma antielusiva, que busque que “los empresarios cumplan el pago de sus impuestos a cabalidad”, como hace todo buen y honesto ciudadano, y no le saquen la vuelta a la Sunat.

Pero, señor presidente, por el bien del Perú, de la limpieza ética que debe hacerse ahora o nunca para que lleguemos saneados a festejar nuestro bicentenario de la independencia, usted debe develar la cortina e identificar públicamente quién o quiénes son esos grupos de poder.

En cuanto al conflicto en , queda claro que el Estado proneoliberal, que se ha construido desde la época del fujimorismo, no tiene el mínimo interés por defender a las comunidades andinas y selváticas de la contaminación producida por la extracción minera y por el desprecio que sufren algunos grupos humanos de parte de los funcionarios mineros y estatales. Con un Estado como el nuestro, debilucho y penetrado por el poder del capital, poco se puede hacer.

Por ello, urge autonomizarlo de dichos grupos y vincularlo más bien con las comunidades a través de un organismo público que cumpla tal función. Esto jamás lo hará la empresa capitalista.