"En el Perú, el conservadurismo radical en el tema de género está muy asociado a la extrema derecha". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"En el Perú, el conservadurismo radical en el tema de género está muy asociado a la extrema derecha". (Ilustración: Giovanni Tazza)

en todo el mundo hay un debate intenso entre conservadores y liberales sobre el género (perspectiva o ideología, según sea el caso), que involucra múltiples aspectos de la sexualidad, la reproducción y la educación.

¿Cómo garantizar la igualdad de la mujer?, ¿qué derechos reconocer a los homosexuales (si acaso alguno)?, ¿en qué circunstancias la mujer puede recurrir al aborto (si acaso en alguna)?, ¿cómo, dónde, desde cuándo y para qué debe ser la educación sexual?

En el Perú, el conservadurismo radical en el tema de género está muy asociado a la extrema derecha; pero, ojo, también está presente en la extrema izquierda. Ejemplos: Antauro y su familia planteando fusilar a los homosexuales o el Movadef quemando libros escolares en Junín usando los argumentos de #ConMisHijosNoTeMetas.

Globalmente hay otras líneas divisorias ajenas a la política. Más conservadores los más viejos, los más pobres, los menos educados, los que viven en el campo o en pequeñas ciudades. De otro lado, más liberales, los más jóvenes, los más educados y los que viven en grandes ciudades.

Creo que hoy son más los conservadores que los liberales. Pero la diferencia se ha acortado mucho con respecto a hace dos décadas y, probablemente, en 20 años se haya invertido la figura.

En esta coyuntura específica imperdonables errores en un libro de texto del Ministerio de Educación les ha dado nuevo aliento a los más conservadores. Aun así es inaudito poner carteles en el zanjón diciendo: “Ministra Flor Pablo, ¡no a las orgías en las escuelas! No a la pornografía en los colegios”. “Enfoque de género=sexo anal” y “Vizcarra, no promuevas la perversión sexual y los abortos”. Asumiendo como que aquello estuviese ocurriendo en las escuelas; peor aun, como si algo de aquello fuese promovido por el Ministerio de Educación.

Como el tema podría rendir electoralmente en el 2021, el fujimorismo lo ha adoptado como eje de su reinvención política. El terrorismo, casi 30 años después de la captura de Guzmán, no da los mismos réditos de antes.

Expertos en la manipulación del miedo, se ofrecen como voceros de#ConMisHijosNoTeMetas, buscando el favor popular que han perdido (aun así, no creo que todos los fujimoristas coincidan con la visión de la congresista Arimborgo que piensa que “la imposición del enfoque de género causa sida y cáncer”).

No queda claro aún si esos temas pueden ser los definitorios en la campaña electoral del 2021. Los ejes divisorios bien podrían seguir siendo, como hasta la última elección, aquellos que se enfoquen en cómo remediar las carencias materiales de la mayoría de la población.

Aun si lo llegara a ser, es una incógnita si mucha gente conservadora, pero informada, se va a dejar llevar tan fácilmente por los novísimos militantes de sus causas. En otras palabras, si ese 10% que hoy tiene el fujimorismo de aprobación en encuestas va a subir mucho con este mensaje y si algo de ese porcentaje lo pueden perder (en particular entre los jóvenes) por su extremismo ultraconservador.

Por supuesto que, además, corren el riesgo de que otros levanten ese mensaje y que, sin los pesados lastres que ellos cargan, se lleven parte de ese potencial electorado. Y eso puede venir desde la izquierda extrema o la derecha ídem.

El tiempo ira diciendo. Por ahora, los fujimoristas en el Congreso siguen siendo los mismos de siempre.

Coda: Con lo chocante que ha sido que la mayoría del Congreso nuevamente blinde al fiscal Chávarry, ello era previsible. Pero ha pasado medio desapercibido que ese día ha ocurrido otro hecho que, pensando en el futuro del país, puede ser más grave.

Un predictamen de la Comisión de Constitución (es decir, de Rosa Bartra y compañía) sobre democracia en los partidos ignora por completo la propuesta del Ejecutivo de un sistema de partidos nuevo, basado en militancia y no en 750.000 firmas (casi siempre falsificadas) y que contempla primarias nacionales seis meses antes de la elección. Si eso se aprueba, subrepticiamente se habría acabado con una piedra angular de la propuesta. Iríamos el 2021 con los mismos partidos políticos, la mayoría de ellos vientres de alquiler al mejor postor. Tendríamos más de 20 listas y todas las cosas que ya conocemos. ¡Vaya bicentenario!