Del ‘outsider’ al ‘underdog’, por Alfredo Torres
Del ‘outsider’ al ‘underdog’, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

Desde que triunfó sorpresivamente en 1990, los peruanos vivimos cada elección con la angustia del posible surgimiento de un nuevo ‘outsider’. La aparición de Ollanta Humala en el 2006 confirmó la inclinación de un amplio sector del electorado por un candidato de fuera del sistema político, mejor aun si era antisistema. La debilidad de los partidos y el descrédito de sus dirigentes seguían constituyendo un campo propicio para su desarrollo. Las circunstancias no han variado mucho y los radares de los analistas políticos siguen a la búsqueda del ‘outsider’ de turno para el 2016, pero hasta el momento no se vislumbra a ninguno en el horizonte. 

En cambio, el personaje del 2016 sí puede ser un ‘underdog’. Como en el caso del ‘outsider’, no existe una traducción al español, pero el concepto alude al perdedor esperado en una contienda, el antifavorito. En una campaña electoral puede ser un político joven o veterano, moderado o radical, la cuestión es que pocos esperan su victoria. Y, sin embargo, tiene un gran potencial. Su triunfo sorpresivo canta una epopeya sumamente atractiva, como lo revela el épico triunfo de David contra Goliat o, más prosaicamente, las innumerables versiones de Rocky Balboa encarnado por Sylvester Stallone (¡fueron seis!).

Al electorado peruano no le entusiasman los favoritos. Un año antes de las elecciones del 2006, tenía la mayor intención de voto. Terminó quinto. La misma ubicación alcanzó Luis Castañeda en el 2011, pese a haber encabezado las encuestas un año antes. A los peruanos les atraen los que avanzan desde atrás y triunfan contra todo pronóstico: los ‘underdogs’. La historia de Cachín en la popular película “Asu mare” es una prueba de que esta predilección no es solo política. 

Keiko Fujimori hoy supera la intención de voto sumada de sus dos principales contendores, pero como favorita corre el peligro de desinflarse. Sin llegar al extremo de Paniagua o Castañeda, sí podría ocurrirle lo de Vargas Llosa, favorito en 1990, cuyo desgaste empezó en el tramo final de la campaña por la primera vuelta y lo llevó a la derrota en la segunda, precisamente ante Alberto Fujimori, que fue tanto un ‘outsider’ como un ‘underdog’.

Alejandro Toledo, Alan García y no han sido ‘outsiders’, pero sí ‘underdogs’ en el pasado. Toledo empezó con un dígito en 1999, terminó segundo en el 2000 y ganó la elección en el 2001. Del mismo modo, García empezó con un dígito en el 2001, recién retornado del exilio, y terminó en segundo lugar en esa elección. Y en el 2006 empezó tercero, pasó a Lourdes Flores en la primera vuelta y derrotó a Ollanta Humala en la segunda. 

El propio Humala fue ‘underdog’ en las dos elecciones que participó: tanto en el 2006 como en el 2011 empezó en cuarto lugar y trepó hasta obtener la mayor votación en la primera vuelta. La diferencia es que en el 2011 ganó también la segunda. Kuczynski, a su vez, también tuvo un avance impresionante en la campaña del 2011: de 5% en enero trepó a 19% de los votos válidos en las elecciones de abril.

El ‘underdog’ suele estar ubicado entre el tercer y quinto lugar tres meses antes. García iba tercero en enero del 2006 con 15% y Humala cuarto en enero del 2011 con 10%. Como se sabe, ambos ganaron sus elecciones gracias a campañas muy bien ejecutadas. Los próximos tres meses son claves para definir quienes tendrán alguna opción de triunfo en el 2016. 

Para simplificar, podría decirse que el requisito que deben cumplir los candidatos chicos que aspiran a ser ‘underdogs’ es llegar a enero entre los cinco primeros lugares y con más de 5% de intención de voto. Pero el verdadero ‘underdog’ se conocerá entre febrero y marzo. Si algún candidato empieza a trepar de manera continua en ese lapso, desarrollará un magnetismo que atraerá a los indecisos y podría ser la sorpresa en el 2016. Si logra triunfar dependerá de su campaña, pero también de cuán preparados estén los punteros para resistir la arremetida. Nada está dicho aún.