Iván Alonso

La largamente esperada propuesta del para la reforma del es quizás la mejor de las que se ha presentado hasta ahora. Tiene la virtud de no ser ‘creativa’ como tantas otras. Mantiene la coexistencia de los sistemas público y privado y respeta el ahorro individual. Por supuesto que trae también novedades; algunas importantes, otras más bien simbólicas.

Las importantes son el aumento de la tasa de contribución en el sistema público al 13% de la remuneración mensual a partir del 2025 y la garantía de una pensión mínima, a cargo del fisco, para los afiliados al sistema privado. La primera es necesaria para la viabilidad del sistema público, cuyas obligaciones futuras son cada vez más grandes, pero podría acelerar el éxodo hacia las AFP. La pensión mínima, que existe sobre el papel casi desde la creación del sistema privado hace 30 años, protegería a los afiliados que no hayan podido acumular un fondo individual suficientemente grande, asegurándoles una pensión de S/500 mensuales. Sería mejor si esa pensión mínima saliera de una reserva creada con los aportes al sistema privado; pero nadie ha pensado todavía en esta alternativa.

Entre importantes y simbólicos son los aportes de los trabajadores independientes, el límite a los retiros anticipados del sistema privado y la apertura de la competencia en la administración de este último a los bancos. Las dos primeras son importantísimas porque extienden el alcance del sistema de pensiones y preservan la finalidad del ahorro previsional. Pero lamentablemente el Congreso puede desaparecerlas de un plumazo, como antes lo ha hecho, en busca de una popularidad que, al parecer, nunca llega.

La autorización para que los bancos compitan con las AFP también es importante, pero creemos que, en la práctica, mucho no va a cambiar el mapa porque los bancos se van a concentrar en un grupo reducido de afiliados. Si realmente les resultara atractivo el negocio masivo de administrar fondos previsionales, habría ya más AFP en el mercado. Las barreras de entrada no son tan altas.

La afiliación automática al sistema de pensiones de todas las personas que alcancen la mayoría de edad, con el mismo número de su DNI, también es importante, pero no deja de ser simbólica. No es tan complicado afiliarse. Quizás a la ONP sí; pero a una AFP, no.

Ya en el terreno de lo real maravilloso, la propuesta crea un “pilar voluntario” para que los afiliados al sistema privado complementen sus aportes obligatorios y puedan recibir eventualmente una pensión más alta. La pregunta es por qué se necesita crear algo que cualquiera puede hacer en cualquier momento. Basta una cuenta de ahorros, un depósito a plazo o un fondo mutuo para complementar los aportes obligatorios. Lo real, pero no tan maravilloso, es que el pilar voluntario es un ahorro subsidiado. El MEF, remando plausiblemente contra la corriente, propone limitar su contribución a S/133 al año por afiliado.

En resumen, la propuesta del MEF no es una gran reforma del sistema de pensiones, que tampoco se necesita, pero es una reforma con la que se puede vivir y, sobre todo, poner fin al desgaste de un debate que parece interminable.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Iván Alonso es economista