Federico Salazar

El avance electoral de en ha ilusionado a ciertos incautos en el Perú. Su estilo radical e intemperante hace creer que es un modelo para las reformas económicas que se requieren.

Milei propone la dolarización de la economía. Quiere sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense. También propone que el ciudadano pueda “comerciar en la moneda que quiera”.

Por un lado, el Estado impone una divisa nacional (el dólar). Por otro, el ciudadano es libre de escoger la moneda que quiera.

La elección de moneda no puede ser algo impuesto por el Estado. Una moneda de curso legal no impide su libre elección, como sucede en el Perú, por ejemplo.

Tener una moneda sana con libertad de transar en otras divisas es ventajoso. Es mejor que adoptar la moneda que manejan otros países, otras bancas centrales.

Las dificultades económicas de Estados Unidos no hacen recomendable su moneda a mediano plazo. Ese país tiene una deuda del 130% de su PBI. Son más de US$30 billones.

El candidato Milei habla de reducir el gasto público y buscar, así, el equilibrio fiscal. No ha mostrado, sin embargo, ningún programa de reducción del gasto. Al respecto solo ha expuesto ideas vagas y generales.

Con ansias de representar el hartazgo de la población, Milei busca crear impacto. Por eso habla de eliminar el Banco Central. “Dinamitarlo”, dice.

No se trata de hacer “volar” la banca central. Se requiere tener una moneda sana. La autonomía de la banca central con respecto al gobierno es la clave. Aun si se lograra establecer un sistema no estatal, subsistiría el problema de la autonomía.

En el Perú hemos visto que el presidente de un banco privado dio varios millones de dólares a una candidata presidencial. La banca privada por sí sola, entonces, no lleva a la autonomía. Esto es algo que Milei no ha contemplado.

El joven candidato argentino dice seguir los postulados de la “escuela austríaca”. Esa escuela de economía no propone erradicar la banca central. Ni siquiera se puede decir que los economistas de esa ‘escuela’ sostengan iguales puntos de vista sobre diversas políticas económicas.

Milei también se declara “anarcocapitalista” en la teoría, y “liberal libertario” y “minarquista” en la práctica.

Estos términos revelan cierta desorientación. El anarcocapitalista pretende eliminar toda institución estatal. El “minarquista” cree en un “Estado mínimo”. O lo uno o lo otro, ¡pero no los dos!

‘Libertarian’ es un término inventado en Estados Unidos para diferenciar a los liberales de los ‘liberals’ (progresistas). Eso de “liberal libertario” no tiene sentido.

Nada de liberal tiene quien agrede a su oponente. La retórica soez e injuriosa de Milei no tiene que ver con el respeto a la divergencia.

Milei recurre con facilidad al insulto. Ha dicho a sus oponentes cosas como “pedazo de m, h.d.p.”, “gusano arrastrado, asqueroso de m”, “torre de estiércol, pedazo de m”, “mentiroso h.d.p. y la c. de tu madre”.

Un principio liberal por excelencia es reconocer la libertad ajena. La libertad de opinión no incluye la injuria. La matonería verbal, además, ofrece muy malos augurios sobre quién llegaría a ser Milei en caso de obtener el poder.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Federico Salazar es periodista