El estilo Kuczynski, por Enrique Bernales
El estilo Kuczynski, por Enrique Bernales
Enrique Bernales

Entre las diversas acepciones gramaticales de la palabra “estilo” escojo para este artículo la que la asocia con el modo de ser, las costumbres, las formas, el uso de un cierto léxico; en suma, lo que es característico de una persona, al punto de otorgarle una identidad que se manifiesta como un definido estilo propio. Pienso que este es el significado que le atribuyó Charles Bally, cuando comentó que “el estilo es el hombre”. Frase famosa que solía descifrar semánticamente Luis Jaime Cisneros en sus espléndidas clases de Lenguaje en el primer año de Letras de la PUCP. 

Uso esta expresión que fue el centro de una amena reunión social en la que el centro de la tertulia fue celebrar con alivio “el estilo Kuczynski”, presidente constitucional dentro de pocas semanas. ¿Por qué los contertulios presentes celebraban con jolgorio el estilo PPK? La razón es muy sencilla, después de soportar cinco años a un gobernante que jamás sonrió, que siempre empleó un lenguaje agresivo, confrontativo, ajeno a cualquier comunicación cálida y jovial, es un alivio constatar que el sucesor sea una persona que sabe sonreír, donde lo característico es su simpatía y una disposición afectiva para hacer que la comunicación sea fácil y fluida. Saludamos a PPK por esa disposición humana para manifestarse con sencillez ante cualquier entorno que lo rodee en sus apariciones públicas.

Imagino que algunos lectores me reclamarán que no comente las cualidades intelectuales de PPK, su saber de economista, su experiencia política ganada en los cargos ministeriales que ha ocupado y todo aquello que lo convierte en estadista. De todo esto se ha hablado mucho y no tengo más que sumarme a esos comentarios.

Pero los grandes tratados de la política, sin dejar de darle importancia al intelecto del gobernante y a su talento para gobernar con sabiduría, se ocupan también del “talante” que es la actitud o disposición para cultivar un ánimo de tolerancia que le da cercanía en la relación con el ciudadano; a través del talante se expresa el estilo de las personas. Mucho se ha escrito sobre la capacidad y la sensibilidad, como arte e inteligencia del gobernante, para ser amado antes que temido, aunque Maquiavelo en “El príncipe”, combina las dos situaciones, pero inclinándose por la mano de hierro oculta en guante de seda.

Observo en PPK ese talante que lleva a comprender y a gobernar con emoción social. Hace varios años en una entrevista académica a Víctor Raúl Haya de la Torre le pregunté: “¿Cuál es para usted el secreto de la política?”. No demoró un segundo en responderme con absoluta convicción y seguridad: “No percibo la política sin corazón; la mejor manera de llegar al pueblo es la emoción; la emoción para acompañarlo en sus alegrías y llorar sus penas”, sabias palabras que recojo en este artículo y que comentaré más extensamente en la autobiografía que estoy preparando. ¿Y quién puede negar que Haya de la Torre fue un político que sabía reír y llorar? 

Pero ahora quien llega al poder es otra persona, con otra ideología y una sólida formación liberal, pero dotada también de esa emoción que caracteriza a las personas cultas. Pienso que es por estas razones que percibo a PPK como una persona cuyo estilo es una mezcla en la que coinciden la sólida formación intelectual con el talante de la jovialidad para la comunicación sencilla. Le reclaman prisas agobiantes sobre su primer Gabinete, sus relaciones con el Parlamento o adelantos sobre lo que serán las líneas maestras de su gobierno y así un largo etc. donde puede más el talante de la sonrisa que la impaciencia de los curiosos. 

Es obvio que todas esas respuestas llegarán, pero en este momento lo que importa es la generación de confianza y en este aspecto el estilo interesa. El político no debe nunca olvidar que es un ser humano que gobierna para humanos. Es la clave para una relación fluida entre gobernantes y gobernados.