"Resulta clave continuar defendiendo los avances de la reforma universitaria, pero también es necesario prestarle mayor atención al retorno a clases en la educación superior". (Foto: Andina)
"Resulta clave continuar defendiendo los avances de la reforma universitaria, pero también es necesario prestarle mayor atención al retorno a clases en la educación superior". (Foto: Andina)
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Norma Correa Aste

El debate público sobre el urgente retorno a clases se ha centrado en la inicial y básica (primaria y secundaria). La movilización de la sociedad civil ha sido fundamental para posicionar la recuperación de la educación presencial en la agenda pública, así como para presionar al a asumir compromisos y eliminar barreras normativas. Recordemos que al mes de setiembre del 2021, el Plan de Emergencia del Ministerio de Educación planteaba que tan solo el 50% de las escuelas abran para junio del 2022, lo que no reflejaba ningún sentido de urgencia.

La presión ciudadana, así como el respaldo político de la ex primera ministra Mirtha Vásquez, fueron claves para que el Gobierno se comprometa a reabrir el 100% escuelas en marzo del 2022. La semana pasada el Ministerio de Educación publicó modificaciones largamente esperadas en la norma técnica del año escolar 2022, estableciendo la educación presencial como prioritaria, permitiendo el desarrollo de jornadas escolares completas y formalizando el 28 de marzo próximo como fecha máxima para iniciar clases presenciales en todas las instituciones educativas a nivel nacional.

La educación superior ha estado ausente en el debate público sobre el retorno a clases. A diferencia de lo observado con la educación inicial y básica, no hemos visto hasta ahora comunicados ni movilizaciones al respecto. Durante los últimos meses, ha escalado el asedio a la reforma universitaria por parte de intereses mercantilistas transversales a las fuerzas políticas de izquierda y derecha. Ayer el Congreso aprobó en primera votación una ley contrarreforma que supone el desmantelamiento de la Sunedu y pone en riesgo los avances para garantizar condiciones básicas de calidad en la educación superior. Resulta clave continuar defendiendo los avances de la reforma universitaria, pero también es necesario prestarle mayor atención al retorno a clases en la educación superior.

Con la llegada de la pandemia, universidades e institutos adoptaron esquemas de educación remota de emergencia, a través de plataformas como Zoom o Google Meet. Esta situación impulsó procesos de transformación digital e incrementó la oferta de educación a distancia. Estos son avances que deben mantenerse y escalarse. Sin embargo, el acceso a la educación superior remota ha sido desigual en cobertura, calidad, rigor y oportunidad. Asimismo, la experiencia formativa en la educación superior va más allá de la transmisión de contenidos: se trata también de formar profesionales con un óptimo desarrollo de habilidades blandas, visión holística y capacidad analítica. Cabe señalar que la salud mental de los estudiantes se ha deteriorado durante la pandemia. Un estudio realizado por el Consorcio de Universidades presentó cifras preocupantes sobre la situación de salud mental en los estudiantes universitarios. Volver a las aulas también es clave para recuperar el bienestar de la comunidad universitaria. El pasado lunes un programa especial de RPP congregó a un selecto grupo de especialistas que identificaron temas claves para alimentar una agenda de discusión y acción sobre el retorno a clases en la educación superior. Destaco cinco mensajes: 1) pensar más allá de la infraestructura para priorizar mejoras pedagógicas; 2) desarrollar evaluaciones cuantitativas y cualitativa para identificar los impactos de dos años de educación remota, 3) desarrollar programas compensatorios de aprendizajes, tanto para quienes transitan de la secundaria a la educación superior, como para quienes llevaron parte clave de su formación de manera remota; 4) garantizar la reapertura de campus y, con ello, de servicios claves como la atención de salud, bibliotecas y deporte; 5) mejorar la articulación entre la oferta de formación y las demandas emergentes del mundo del trabajo.

Los aportes de la comunidad académica y de la representación estudiantil serán fundamentales para construir una agenda orientada a la recuperación de la presencialidad con calidad, equidad, innovación y sentido de urgencia. Esperemos que este marzo también marque el escalamiento de la reapertura de los campus de institutos y universidades, como ya lo han hecho países vecinos de la región.