(Ilustración: Rolando Pinillos Romero).
(Ilustración: Rolando Pinillos Romero).
Moisés Naím

Hay decisiones que cambian el mundo. Son las que tienen consecuencias difíciles de revertir, trascienden fronteras y afectan a millones de personas. Las guerras son el ejemplo obvio. Suelen ser decididas por un líder o por un reducido grupo de políticos y militares. A veces, sin embargo, son las sociedades las que cambian el rumbo de la historia a través de elecciones o referendos.

Un ejemplo de esto es el ‘’, el referéndum en el que, en junio del 2016, los británicos votaron a favor de romper con la Unión Europea. Otro ejemplo ocurrió cuando ganó las elecciones. O cuando en diciembre de 1998 los venezolanos eligieron como presidente a .

El ‘brexit’ ha sumido en una profunda crisis el sistema político inglés, Trump ha transformado la política de su país y quizás del mundo, y Chávez es el responsable de una catástrofe nacional que está por convertirse en una peligrosa crisis regional.

Estos tres casos son, por supuesto, muy diferentes. Pero también tienen semejanzas que iluminan importantes factores tóxicos comunes en la política actual.

1) La antipolítica. Los tres son manifestaciones concretas del rechazo a los “políticos de siempre” y de la presunción de que los gobernantes tradicionales usan la política para su beneficio personal y no en aras del bien común. Quienes votaron a favor del ‘brexit’, Trump y Chávez sentían que solo desalojando a quienes gobernaban mejoraría su situación personal –o al menos serviría para darles una lección a los poderosos–. “Que se vayan todos” y “nada puede ser peor de lo que hay” son sus consignas.

2) Partidos débiles. En estos tres ejemplos los inesperados resultados de las consultas electorales fueron posibles gracias a la debilidad de los partidos políticos tradicionales. Los dos grandes partidos británicos –el Laborista y el Conservador– estaban escindidos internamente y eso les impidió confrontar eficazmente a quienes promovían el ‘brexit’. Lo mismo le ocurrió al Partido Republicano de Estados Unidos, cuya fragmentación hizo posible que un político advenedizo como Trump llegase a ser su candidato presidencial. Lo mismo ocurrió en Venezuela, donde los dos grandes partidos históricos colapsaron, dejándole la puerta abierta a Hugo Chávez.

3) La popularización de la mentira. Casi inmediatamente después de su triunfo en el referendo sobre el ‘brexit’, se supo que sus promotores habían mentido, exagerado los beneficios que tendría para el Reino Unido el salir de la Unión Europea y minimizado los costos y dificultades que esa salida tendría para los británicos. En su primer año como presidente, Donald Trump ha dicho en promedio cerca de seis mentiras o afirmaciones engañosas cada día, según la cuenta que lleva el diario “The Washington Post”. En el segundo año, el promedio subió a más de 16 al día y en lo que va del 2019 lleva 22 mentiras diarias. El presidente estadounidense ha normalizado la mentira. Lo mismo es cierto en el caso de Hugo Chávez, de quien hay un inmenso acervo de videos y grabaciones, fáciles de encontrar en Internet, en las que el líder venezolano miente.

4) La manipulación digital. La cuenta de Twitter de Donald Trump es una de sus más potentes armas políticas. Chris Wylie, el arrepentido ex director de investigación de la empresa Cambridge Analytica, ha declarado ante el Parlamento británico que esa empresa usó las redes sociales para influir sobre el resultado del referéndum a favor del ‘brexit’. “Aló Presidente”, el programa dominical que protagonizaba Chávez, se convirtió en un principalísimo instrumento de propaganda, movilización política y manipulación de la opinión pública. Todos los políticos, en todas partes y desde siempre, han usado los medios de comunicación social para obtener y retener el poder. Pocos lo han hecho con la habilidad, el descaro y la sofisticación tecnológica con que Trump, Chávez y los defensores del ‘brexit’ lo han hecho.

5) La intervención extranjera furtiva. Las agencias de inteligencia de EE.UU. y el fiscal especial Robert S. Mueller concluyeron que el gobierno ruso influyó clandestinamente en los comicios estadounidenses del 2016. Antes del referendo sobre el ‘brexit’, más de 150.000 cuentas de Twitter en ruso enviaron decenas de miles de mensajes en inglés urgiendo a los británicos a salir de la Unión Europea. La influencia de Cuba en Venezuela había sido mantenida en secreto pero hoy ya es una realidad ampliamente reconocida.

6) El nacionalismo. Las promesas de autodeterminación y revancha contra los malos tratos recibidos por parte de otros países fueron determinantes en el éxito electoral de Chávez, Trump y el ‘brexit’. En los tres casos, las denuncias contra la globalización, el comercio internacional y “países que se aprovechan de nosotros” rindieron dividendos políticos. La hostilidad de Chávez contra EE.UU. y la de Trump y los defensores del ‘brexit’ contra los inmigrantes también fueron determinantes.

Estos seis factores ilustran el tipo de toxinas que está afectando la política de muchos países. En algunos de ellos han surgido anticuerpos que las resisten. El resultado de este choque entre toxinas y anticuerpos políticos moldeará el mundo que nos viene.