Una actriz participa en una campaña de la ONG Amnistía Internacional contra el matrimonio infantil, en octubre del 2016, en Roma. (Foto: AFP/Gabriel Bouys).
Una actriz participa en una campaña de la ONG Amnistía Internacional contra el matrimonio infantil, en octubre del 2016, en Roma. (Foto: AFP/Gabriel Bouys).
/ GABRIEL BOUYS
Véronique Henry



Para Nkatha, Amina y Macarena

Nkatha tenía 9 años cuando su abuela la sostuvo para mutilarla. Ahora tiene 16 y está molesta. “Estoy amarga porque no sé adónde se llevaron esa parte de mi cuerpo”, dice la niña keniana, “no hay nada que pueda hacer para cambiar el pasado”. Desde Guinea, Amina cuenta: “Nunca he ido a la escuela, me casé a los 14 años. Mi padre decidió que debía casarme con mi primo, no pidieron mi opinión. Es la tradición aquí. Yo ni siquiera conocía a mi futuro esposo. Trajeron comida, bebida, dinero y seis paquetes de chicle para concretar el compromiso”. “El bus me dejó en el lugar equivocado, tuve que caminar hasta la avenida 28 de Julio. Luego aparecieron tres tipos, medio ebrios. El del medio tocó mis partes íntimas. No encontré a nadie que pudiera ayudarme, así que tomé inmediatamente otro carro. No quería ir a clases, pero llegué llorando”, relata Macarena, en Lima.

¿Qué tienen en común Nkatha, Amina y Macarena, aun cuando viven en países tan distantes geográfica, cultural y socialmente? Pues el haber sido víctimas de violencia por el solo hecho de ser .

Nacer niña implica desventajas y riesgos sociales. Aún estamos lejos de lograr la igualdad de género a la que apunta la comunidad internacional en la Agenda 2030. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 plantea eliminar todas las formas de discriminación contra las y las niñas en el mundo; erradicar toda forma de violencia contra ellas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual; suprimir todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado, y la mutilación genital femenina; asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública; y garantizar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva, y los derechos reproductivos.

A la fecha, las niñas continúan siendo uno de los grupos más marginados y excluidos en el mundo: 200 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital, 18 millones de adolescentes dan a luz cada año, poniendo en riesgo su vida y la de su bebe, 1 de cada 10 niñas en el mundo ha sido sometida a actos sexuales forzados, 41 mil niñas serán forzadas a casarse solo el día de hoy, 600 millones de personas entre los 15 y 24 años, en su mayoría mujeres jóvenes, no asisten a la escuela, no tienen trabajo ni capacitación, y corren el riesgo de conseguir trabajos inestables, mal pagados, o ser explotadas para sobrevivir. El 35% de las mujeres han sido víctimas de . Actualmente, se considera a la violencia de género como una pandemia que se intensifica durante los conflictos violentos y las situaciones de emergencia. En el Perú, la situación no es diferente.

El 11 de octubre de cada año, se conmemora el Día Internacional de la Niña. Impulsada por la ONG Plan International, la ONU declaró este día para visibilizar la desigualdad de género y la importancia de actuar. Hoy, las niñas tomarán el poder simbólicamente en muchos países. Desde el Perú hasta Kenia, miles de niñas serán las protagonistas de #NiñasAlPoder, cuando se conviertan, por un día, en presidentas, ministras, periodistas y directoras generales u otros altos cargos desde los que, de forma simbólica, levantarán sus voces por la justicia y la igualdad.

Queremos que las niñas tengan educación y habilidades para triunfar en la vida, que ejerzan sus derechos sexuales y reproductivos para poder decidir. La participación de los hombres y niños es también fundamental en el desarrollo de masculinidades transformadoras de género que modifiquen las normas sociales tradicionales. Buscamos que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes participen, que sus opiniones sean incorporadas en las decisiones políticas; que los gobiernos establezcan y apliquen leyes que garanticen los derechos de la niñez; y que inviertan en su empoderamiento político.

La igualdad de las niñas, y de las mujeres en general, no solamente les beneficiará a ellas. Una sociedad equitativa será, a su vez, más pacífica, productiva y sostenible para todos. Ya no hay marcha atrás en este gran movimiento mundial: “Niñas con igualdad”.