(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

Para la mayoría de los pobres y vulnerables del mundo, los derechos de propiedad seguros, incluida la propiedad de la tierra, son un lujo. A menos que esto cambie, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) serán imposibles de alcanzar.

La propiedad de la tierra determina quién puede utilizarla, por cuánto tiempo y en qué condiciones. Los acuerdos de propiedad pueden estar basados en leyes y políticas oficiales y también en hábitos informales. Si esos acuerdos son seguros, los usuarios de la tierra tienen un incentivo no solo para implementar las mejores prácticas en el uso que hacen de ella (estar atentos, por ejemplo, a los impactos ambientales), sino también para invertir más.

Se ha generado un consenso internacional sobre la importancia que tiene la tenencia de la tierra segura para el desarrollo.

Sin embargo, solamente el 30% de la población mundial tiene derechos registrados legalmente sobre su tierra y sus hogares, mientras que es probable que en especial los pobres y los marginados políticamente sufran como consecuencia de una tenencia insegura.

En Rumanía, por ejemplo, muchos romaníes tienen una tenencia de la tierra rural menos segura que sus vecinos no romaníes. De la misma manera, en el sudeste asiático, las tribus de las montañas rara vez tienen derechos legales sobre sus posesiones indígenas, que suelen estar situadas en bosques estatales. En Sarajevo, miles de departamentos han sido considerados ilegales debido a planos urbanos caducos y a la falta de permisos de construcción, lo que deja los activos más valiosos de las familias fuera de la economía formal.

Al sofocar el crecimiento económico, los sistemas de tenencia de tierras inadecuados perpetúan la pobreza y la marginación. Pero lo contrario también es válido: los derechos de tierras sólidos y ejecutados correctamente pueden impulsar el crecimiento, reducir la pobreza, fortalecer el capital humano, promover la justicia económica (incluida la equidad de género) y respaldar el progreso social de manera más amplia.

Es más, los derechos sobre la tierra seguros son esenciales para reducir el riesgo de desastres y construir una resiliencia climática, que es un imperativo urgente en un momento en el que el clima ya está propiciando más condiciones meteorológicas extremas y más frecuentes. Cuando esos desastres provocan un desplazamiento de la gente y destruyen sus hogares, los registros de tierras mantenidos correctamente ofrecen la base para una compensación y reconstrucción de albergues, y ayudan a las comunidades afectadas a lograr una mejor reconstrucción.

Pensando en la importancia de una propiedad segura de la tierra para el éxito de los ODS, elestá trabajando con los países en desarrollo para mejorar sus sistemas de tenencia de tierras y para expandir la cobertura de los derechos reconocidos legalmente. Por ejemplo, en Indonesia estamos ayudando a promover la estandarización de los derechos sobre la tierra, con una especial atención a las mujeres y las comunidades indígenas, definiendo al mismo tiempo los límites de los bosques estatales mediante métodos participativos para el mapeo y el registro.

Hoy se están preparando nuevos proyectos en Mozambique y Tanzania. En el período 2017-2019, se proyecta que la cartera de préstamos para inversión del Banco Mundial destinados a la administración de tierras y a la seguridad de la tenencia crecerá un 39%.

Este es un progreso importante. Pero concretar las metas esenciales de los ODS requerirá de un programa de inversión mucho mayor focalizado en fortalecer la tenencia de la tierra en todo el mundo en desarrollo. Con ese objetivo, el Grupo Banco Mundial está haciendo alianzas a nivel local, nacional y global para fortalecer los compromisos de los países y movilizar recursos para alcanzar el objetivo ambicioso de lograr derechos sobre la tierra y de propiedad adecuados para todos en 2030.

La tierra está en el corazón del desarrollo. Una tenencia de tierras segura es, por ende, vital para construir las comunidades inclusivas, resilientes y sostenibles que impulsarán el progreso económico y social en el futuro.