Milagros Asto Sánchez

Como miles de personas acusadas formalmente de algún delito lo hacen a diario, Donald Trump llegó al tribunal de Manhattan y se sometió al trámite habitual para un imputado. Extendió sus manos para el registro de las huellas dactilares y miró a la cámara que lo fotografió para ponerle rostro a su ficha judicial. Pero su comparecencia no fue como cualquier otra.

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