Renato Cisneros

Siempre nos quedará París podría haberle escrito el viernes a Neymar en un mensaje de consuelo y despedida. Toda Sudamérica soñaba con que los astros del PSG se encontraran en las semifinales de Qatar, sobre todo después de los partidos antológicos que hicieron frente a Croacia y Holanda.

MIRA: Efecto Lapadula: ¿por qué es tendencia desde el golpe fallido de Pedro Castillo hasta hoy?

Neymar no solo convirtió un gol con dos paredes previas que quedó enmarcado como una ofrenda a la escuela brasileña clásica, sino que con ese tanto empató a Pelé en su condición de máximo artillero histórico de su selección. Fue, además, el único o uno de los pocos de su equipo que apostó por desobedecer el libreto conservador de Tité, pero esos raptos de magia fueron insuficientes. Y lo fueron porque enfrente Modric, Petkovic, el portero Livakovic y el resto de croatas supieron sincronizar marcas, ganar pelotas decisivas y rentabilizar al máximo sus contados ataques. Neymar mereció avanzar a la siguiente ronda, pero no diría lo mismo de Brasil, que ya ante Camerún había mostrado severas lagunas colectivas, dejando la impresión de no ser la favorita que anunciaban las apuestas.

Messi, en cambio, redondeó su magnífica actuación con una victoria que se hizo angustiante en los penales, pero que ya Argentina había labrado en dos tramos del choque frente a Holanda: la primera media hora y el segundo tiempo suplementario. Durante esos largos minutos el equipo de Scaloni puso contra las cuerdas al rival y justificó la clasificación. El brillo de Lionel Messi no se restringió al extraordinario pase a Nahuel Molina para el primer tanto –un pase con reminiscencias al servicio de Maradona a Caniggia frente a Brasil en Italia 90–, sino que al convertir el penal para el 2-0 igualó la marca de Batistuta (diez goles en Mundiales) y ahora podría ser el jugador con mayor cantidad de partidos en Copas del Mundo, veintiséis, uno más que Lothar Matthäus, que acumuló veinticinco en cinco ediciones del Mundial. La noche del viernes nos mostró un matiz adicional del diez argentino: los inusuales sanguíneos duelos verbales que estableció con Van Gaal y un par de jugadores holandeses. Un capitán en toda regla.

A pesar del despliegue de Neymar, Brasil nos dejó sin samba muy temprano. Felizmente Argentina, gracias a Messi, nos tiene ya reservadas dos clases más de tango.

--




Contenido Sugerido

Contenido GEC