Sonia del Águila

Fines de 1989. Guillermo Zapata Huertos, de 25 años, trabajaba como dibujante en una agencia de publicidad. Le tenía cariño a lo que hacía, pero no lo llenaba. “No era inmensamente feliz y necesitaba serlo para estar completo y ser un mejor ser humano”, asegura. El salsero chalaco nació para cantar. Al principio veía la música solo como un pasatiempo de fin de semana, pero cuando descubrió que llenaba esos espacios vacíos, decidió formar parte de una agrupación musical.