Marco Aurelio Denegri publica en "El Comercio" la columna "El ojo de Lima". (Foto: Víctor Idrogo)
Marco Aurelio Denegri publica en "El Comercio" la columna "El ojo de Lima". (Foto: Víctor Idrogo)
Marco Aurelio Denegri

Hay definiciones formales y académicas de los celos y otras agudas, ingeniosas y mordaces.

Formalmente se pueden definir los celos así:

“Inquietud, desasogiego y preocupación de la persona que teme que aquella a quien ama dé la preferencia o conceda la primacía a otra.”

Una definición informal y cáustica de los celos es la del gran satírico norteamericano Henry Louis Mencken, que al respecto dice lo siguiente:

“Celos: creencia que consiste en suponer que hay gente que tiene tan mal gusto como uno.”

Pero aunque hoy no escasean las definiciones de los celos, antes no solamente escaseaban, sino que prácticamente no las había.

Varios pensadores, filósofos y psicólogos no mencionan los celos cuando se ocupan de las emociones y pasiones. Aristóteles no los menciona; tampoco Locke, ni William James. Montaigne no dice sobre el particular ni pío en sus Ensayos. Pascal no mienta los celos ni siquiera una vez en su Discurso sobre las pasiones del amor. Voltaire, en su Diccionario Filosófico, dedica todo un capítulo al celo, pero de los celos no dice nada. Se ha manifestado que el filósofo Baruch Spinoza tampoco discurrió acerca de los celos. Sin embargo, en el escolio del teorema trigésimo quinto del libro tercero de su Ética, se lee lo siguiente:

“Los celos no son más que una fluctuación del alma nacida de un amor y un odio simultáneos, acompañados por la idea de un tercero a quien se envidia [...]; aquel que se imagina que otro posee a su amada, no solamente sufre por las trabas puestas a la satisfacción de su amor, sino porque está forzado a asociar la imagen de la cosa amada con las imágenes físicas de esa posesión por otro.” (Cf. José Ingenieros Tratado del Amor, p. 4, c. 4, a. 3.)

Algunos de estos autores, todos ellos de nombradía, mencionan ocasionalmente la envidia, pero no los celos. ¿Por qué?

Porque los celos no son una emoción única, sino más bien un producto social que, de acuerdo con valores y normas vigentes, utiliza varias emociones, como son el amor, el odio, el temor, la ira, el orgullo y el resentimiento.

Los celos son una constelación emotiva cuya intensidad y manifestación se conexionan íntimamente con la estructura social. Los cambios que se producen en ésta, provocan cambios en la vivencia, expresión e interpretación de los celos.

Evidentemente, cuando los celos frustran su objetivo por exceso, resultan disfuncionales; lejos de proteger, destruyen; alteran la relación y la envenenan; en lugar de corregir un principio de desarmonía, intensifican la desarmonía. Entonces la relación se vuelve, o un infierno, o una mentira.

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