La escritora y antropóloga Karina Pacheco Medrano editora del libro “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: Grupo El Comercio.
La escritora y antropóloga Karina Pacheco Medrano editora del libro “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: Grupo El Comercio.
/ Victor Vasquez
Jorge Paredes Laos

En su cuarto viaje al Nuevo Mundo, el 16 de febrero de 1503, Cristóbal Colón fue recibido en las orillas del río Urirá por un cacique del Caribe y sus principales jefes. Intercambiaron algunos espejos y manjares, pero lo que más sorprendió al navegante genovés fue ver que todos quienes salieron a su encuentro “no cesaban de meterse a la boca una hierba seca y de mascarla”. Fue el primer encuentro del mundo occidental con la hoja de coca, con esa planta sagrada que, a inicios del siglo XVI, era masticada o chacchada en casi todo el sur del continente y no solo de manera ritual, sino también como un preciado energizante que, como lo constató el cronista Pedro Cieza de León, reducía el hambre y daba “gran vigor y fuerza”. Esto hizo que su consumo se extendiera entre los miles de indígenas que casi sin comer eran llevados a las minas de Potosí, a más de 4.000 metros de altura, a realizar trabajos sobrehumanos que no hubieran podido sortear sin la ayuda de la planta andina.

Con los siglos, las propiedades de la hoja de coca se fue expandiendo por el mundo, hasta convertirse en un insumo para la medicina y para una de las gaseosas más populares del planeta. Sin embargo, a mitad del siglo XIX, tras el aislamiento de la cocaína —uno de sus 14 alcaloides— la planta comenzó a ser satanizada, perseguida y estigmatizada.

Danzantes qolla de Ocongate realizan su coreografía con la hoja de coca, setiembre de 2015. En "“K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: Vicente Torres.
Danzantes qolla de Ocongate realizan su coreografía con la hoja de coca, setiembre de 2015. En "“K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: Vicente Torres.
/ Vicente T

Textos recuperados

Toda esta travesía —de luces y sombras— es contada en el libro , que recoge una serie de crónicas, ensayos, estudios y apuntes que nos dan un panorama de lo que significa esta planta milenaria entre los pueblos andinos, americanos y europeos. Varios de estos ensayos aparecen por primera vez traducidos al español como la primera descripción taxonómica de la coca, de Jean Baptiste Lamarck; una monografía de la coca, de Louis-André Gosse; un texto sobre sus aplicaciones terapéuticas, de Angelo Mariani; y un estudio sobre su simbología en los Andes, de Catherine J. Allen.

MIRA: “El año del viento”: la crítica a la novela de Karina Pacheco sobre la violencia en el Cusco de los años 80

Como dice la antropóloga y escritora , editora del volumen: “es paradójico que una planta que tiene tantísimas propiedades, por el hecho de que de ella se extrae la cocaína, sea satanizada en un país donde hay mucha desnutrición y en un mundo donde enfermedades como la osteoporosis son flagelos para mucha gente. Los contenidos de calcio, hierro, fósforo, que tiene la coca, son bombas de vitaminas, y esto explica por qué las poblaciones andinas han logrado y logran resistir físicamente trabajando en altitudes y en condiciones bien duras. Por eso, me parecía importante hacer un libro que destacara su importancia cultural y ritual, pero también que cuente esas historias de persecución, esas miradas que la satanizaron”.

Antes de los incas y en la colonia

Sobre el uso prehispánico de la coca, uno de los artículos más reveladores recogidos en el libro es el de María Rostworowsi. Ahí refiere que la coca era usada por poblaciones anteriores a los incas y que existían cultivos en toda la costa, los cuales se fueron perdiendo con el paso del tiempo. “Lo planteado por Rostworowsi es muy interesante —comenta Karina Pacheco— porque plantea que la coca era un producto muy codiciado en el sentido que era un alimento para ocasiones especiales. Luego, viene la colonia y ¿qué ocurre? Como la coca estaba asociada al culto y los rituales andinos, se la sataniza y se la llama la hierba encantada, el talismán del diablo; pero a la vez, los españoles se dan cuenta que es algo muy apetecido, y permiten y alientan su uso en la explotación de las minas como en Potosí. Ahí obligaban a la gente a trabajar días enteros por esa angurria de la plata, y lo único que la sostenía en esas alturas era la coca. No olvidemos que otra de sus propiedades es que ayuda al organismo a absorber la mayor cantidad de oxígeno, por eso hasta hoy en las minas de altura la gente no trabaja sin coca”.

Mujeres recolectando hojas de coca en Bolivia. En: “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto:   Wellcome Library, London.
Mujeres recolectando hojas de coca en Bolivia. En: “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: Wellcome Library, London.
/ Wellcome Library, London

Así, mientras en la sierra el uso de la hoja de coca se extendió como un “mal necesario” según los conquistadores, en ciudades como Lima quedó prohibido. Sin embargo, esto no impidió que no pocos españoles y criollos adoptaran la costumbre del chacchado, por lo que fueron perseguidos por la Inquisición, como cuenta Ana Sánchez en uno de los ensayos del libro. “La Inquisición persiguió también a los que usaban la coca en la adivinación mezclada con naipes, y lo que generaba polémica en siglo XVI fue el surgimiento de haciendas de hoja de coca que van a enriquecerse con su cultivo. Es una historia que tiene múltiples aristas y en la antología hemos querido contarla a partir de fragmentos de diversos libros o artículos”, precisa Karina Pacheco.

La estigmatización

En el siglo XIX los estudios sobre la coca en Europa se multiplicaron y se convirtió en una panacea de moda: se produjeron tónicos, licores y pomadas, pero se consiguió también aislar la cocaína que fue utilizada, al inicio, como un anestésico y después como un medicamento para combatir la depresión. Como precisa Pacheco, a fines del siglo XIX, esta comenzó a ser un artículo de lujo entre las élites europeas, lo que hizo que se multiplicaran los casos de adicción. Entonces, se equiparó coca y cocaína, algo que para la editora del libro resulta absurdo, pues sería como decir que el maíz es equiparable al whisky.

Portada de “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Editado por Karina Pacheco y publicado por Ceques Editores, el libro reúne más de 30 textos de autores peruanos y extranjeros.
Portada de “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Editado por Karina Pacheco y publicado por Ceques Editores, el libro reúne más de 30 textos de autores peruanos y extranjeros.
/ Ceques
MIRA: Premios Luces 2021: conoce aquí cómo votar por tus candidatos favoritos

¿Qué hacer para salir de la estigmatización de la planta? ¿Es viable la despenalización? “Está claro que mientras el alcohol estuvo penalizado y prohibido, ahí se produjeron todas estas mafias criminales que azotaron Estados Unidos hace solo un siglo —responde Pacheco—, yo creo que la despenalización puede ser importante; pero, por otro lado, hay que sincerar lo que ocurre: es innegable que en las zonas cultivadoras hay miles de hectáreas destinadas al narcotráfico alentadas por las mafias malditas de la droga, pero el tema es qué tipo de campaña se puede hacer en Estados Unidos, en Europa, o entre las elites de nuestro continente, para llamar la atención de quienes usan esta sustancia porque quieren estar de fiesta y pagan lo que sea por un gramo para divertirse sin hacerse responsables de toda la cadena de criminalidad y deforestación que está generando ese consumo. Y te lo digo porque si tú entras a un baño de una discoteca en Madrid, Berlín o Londres, vas a ver a mucha gente consumiendo cocaína porque quiere pasarse toda la noche bailando”.

Marina Escobar y Baldomero Cáceres

En medio de este panorama, difundir el valor nutritivo y medicinal de la hoja de coca resulta clave. Por eso, esta antología rinde homenaje a dos promotores de esta planta milenaria: la nutricionista y experta en salud pública cusqueña Marina Escobar y al psicólogo social limeño Baldomero Cáceres Santa María. Ella falleció el año pasado, después de una larga vida dedicada a la recuperación de alimentos estigmatizados que, curiosamente, eran los mejores para vencer la desnutrición en las zonas andinas; y él es, desde hace más de 40 años, un defensor infatigable de las propiedades de la hoja de coca en el Perú y el mundo. “Marina —cuenta Pacheco— iba con su propio molino a zonas urbano marginales para introducir el uso de la harina de coca en panes, panetones, para que la gente pudiera mejorar su nutrición, combatir la anemia y la falta de calcio”.

Nutricionista Marina Escobar en Quillabamba, en 1987, en un taller de preparación de alimentos con harina de coca. Foto: En “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”.
Nutricionista Marina Escobar en Quillabamba, en 1987, en un taller de preparación de alimentos con harina de coca. Foto: En “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”.
/ Ceques

El libro “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca. Antología, siglos XVI-XXI”, es producto de un loable esfuerzo por recoger textos y testimonios en el Perú y Europa (como en la Biblioteca Nacional de Madrid) sobre los significados y los usos de la hoja de coca a lo largo de cinco siglos. Un uso medicinal que está presente en los distintos pueblos, como narra Edilberto Jiménez en “Coca y pandemia”: con la llegada del coronavirus, las recetas ancestrales de infusiones (kion, cebolla, ajo, matico, eucalipto, coca, manzanilla, limón, etc.) se pasaron de familia en familia a través del celular. En muchos lugares del Perú esa fue, finalmente, la única manera de enfrentar los síntomas de un virus desconocido.

Psicólogo social Baldomero Cáceres, un defensor de las propiedades alimenticias y medicinales de la hoja de coca. Foto: Ceques Editores.
Psicólogo social Baldomero Cáceres, un defensor de las propiedades alimenticias y medicinales de la hoja de coca. Foto: Ceques Editores.
/ Ceques
La escritora y antropóloga Karina Pacheco Medrano editora del libro “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: César Campos.
La escritora y antropóloga Karina Pacheco Medrano editora del libro “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca”. Foto: César Campos.
/ CESAR CAMPOS

Más información

El volumen “K’intu. Historias, memorias y recorridos de la hoja de coca. Antología, siglos XVI-XXI”, reúne más de 30 ensayos y textos vinculados a los usos ancestrales y actuales de la planta conocida como el oro verde en tiempos coloniales. Bajo la edición de Karina Pacheco Medrano, el libro ha sido publicado por Ceques Editores.

TE PUEDE INTERESAR

Contenido sugerido

Contenido GEC