El telemetrón en su vuelo de prueba con sus creadores Sands Fish y Nicole L’Huillier.
El telemetrón en su vuelo de prueba con sus creadores Sands Fish y Nicole L’Huillier.

Por: Miguel Ángel Vallejo

En el universo hay un silencio inimaginable, porque el sonido no se transmite en el espacio exterior. Esto es extrañísimo para los seres humanos, acostumbrados a escuchar ruido constantemente para sentirnos vivos. Pero existe un instrumento que replantea esta idea, pues es capaz de producir música incluso allí donde no hay posibilidad de oír. Su nombre es el telemetrón y una de sus creadoras, Nicole L’Huillier, visitó Lima hace unos días para participar en el festival En Órbita, donde explicó este invento y sus connotaciones.

La artista sonora e investigadora contó a El Dominical que la idea del telemetrón surgió en Opera of the Future, uno de los grupos de trabajo en los que ella participa en el MIT, con la premisa de que el sonido construye ambientes e identidad. Afirma que eligieron darle al instrumento una forma futurista, que remita a la imagen habitual en la exploración espacial. El telemetrón tiene doce lados —un dodecaedro como se concibe el universo—, con el cuerpo de policarbonato y uniones de acero inoxidable, y contiene campanillas de aluminio y tapas de plástico que generan el sonido.

—Sin intérpretes—
Así, en un ambiente sin gravedad, el telemetrón flota a voluntad. Sus campanillas chocan entre sí y producen ondas de radiofrecuencia, las cuales son transmitidas a un computador. Este las decodifica y las convierte en sonido en formato midi. De esta manera, la música queda grabada.

A la fecha solo se ha realizado una prueba del instrumento, en noviembre del año pasado, durante un vuelo de gravedad cero (que se produce en aviones que suben y bajan a gran velocidad para lograr este efecto), y en diferentes intervalos logró producir cinco minutos de música. Esto puede verse en la cuenta de Vimeo de L’Huillier: https://vimeo.com/276326098.

En teoría, es posible dejar flotando el instrumento en el espacio exterior y transmitir la música que interprete: la música del universo. Pero esto, por ahora, queda en el plano conceptual, pues L’Huillier explica que el telemetrón es demasiado pesado y, debido al alto costo de llevar objetos al espacio exterior, es imposible transportarlo allí. “La idea que tenemos de esos viajes es utilitaria, en vez de llevar el telemetrón es preferible llevar comida. Quizá en un futuro esto cambie, si entendemos que los astronautas necesitan entretenimiento”, dice.

Nuestra historia se ha desarrollado casi enteramente en el planeta Tierra, pero con un instrumento diseñado para ser interpretado fuera de ella, entendemos al espacio ya como un lugar más humano, donde es necesario lo lúdico.

ha anunciado que el mismo equipo del MIT viene desarrollando tres nuevos instrumentos similares al telemetron pero concebidos para producir otros sonidos. Los probarán en marzo del 2019 y, asegura, uno de ellos será tan ligero que tiene posibilidades de viajar al espacio. “Podríamos armar una orquesta”, comenta L’Huillier.
Este trabajo, dice la artista, “intenta romper la dicotomía entre arte y ciencia”, pues se vale de premisas físicas y matemáticas para crear un producto estético, que nos haga replantearnos las mismas relaciones humanas. Propone el sonido (y el silencio) como material de construcción de espacios e identidad, pero considera que en su trabajo se borran las diferencias entre arte, música, arquitectura, ciencia y tecnología. “Lo nuestro es un trabajo antidisciplinario”, opina. Para ella “el sonido es el puente entre el mundo material e inmaterial”.

L’Huillier toca música experimental con percusión y sintetizadores y afirma que se siente más cómoda con este género, pues “no intimida tanto como la composición y los instrumentos tradicionales”. Si el telemetrón se interpreta solo, entendemos que concuerda con su premisa de que se convierte en “una plataforma de diálogos más inclusivos”.

Contenido sugerido

Contenido GEC