Historiador Víctor Arrambide durante las celebraciones del Inti Raymi 2021, Cusco.
Historiador Víctor Arrambide durante las celebraciones del Inti Raymi 2021, Cusco.
Jorge Paredes Laos

Bajo el lema de repensar la república, del 6 al 9 de julio, más de 200 investigadores, entre historiadores y científicos sociales, darán ponencias, presentarán libros y reflexionarán sobre el Perú que llega al bicentenario. ¿Cuáles son las luces y sombras de la nación y de qué manera estos se expresan en el día de los peruanos y peruanas? “La idea es reflexionar sobre lo que hemos hecho en la República, sobre cuánto hemos avanzado y cuáles son los nudos que nos faltan desatar, y eso se refleja en las 54 mesas que presentaremos, de las que, obviamente, una buena parte estará centrada en el tema de la independencia”, dice el historiador Víctor Arrambide, quien es director de la Unidad de Gestión Cultural y Académica del Proyecto Especial Bicentenario.

—Sobre esos nudos que afirma nos faltan desatar para avanzar como país, ¿cuáles destaca?

El primero creo que es el tema de la salud pública; luego el desafío de la democracia peruana; después el tema económico y uno más sería los rostros de la violencia, que son las mesas más importantes; aunque también van haber otras interesantes sobre desarrollo, sobre reconstrucción, pues así como en la pandemia nuestra sociedad ha sufrido mucho, en la historia republicana hubo otros periodos de cambio y reconstrucción, quizás el más conocido sea el de la guerra con Chile, cuando el Perú aprendió la lección y dejó de ser un país que exportaba solo un producto [el salitre] y pasó a diversificar su economía. Estos golpes históricos nos han llevado a plantear alternativas.

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—Esta pandemia en el contexto histórico parece ser también un punto de quiebre similar al ocurrido durante la guerra con Chile, ¿desde la historia que lecciones deberíamos aprender?

Una de las lecciones es apostar más por la salud pública, por la solución de las necesidades básicas, por el tema de la educación. Tenemos que fortalecer el Estado, el tema es que somos una sociedad fragmentada y la pandemia ha desnudado esa gran diferencia que existía entre Lima y las regiones, la cantidad de camas UCI que había en Lima frente a otras partes del país. Era algo que ya sabíamos, pero la pandemia nos ha demostrado que no podemos seguir así. El tema de la comunicación, de la integración tecnológica, cuanta gente para cobrar su bono tenía que hacer grandes colas en los bancos, pues la mayor parte del país no está bancarizada. O sea, el Estado en 200 años no ha logrado acercarse a la población. Hay una gran deuda ahí y esperamos que a partir de la pandemia se planteen alternativas para que se puedan cubrir las necesidades básicas de la población.

El reto de la democracia

—Mencionó el tema de la democracia, y viéndolo en perspectiva, el Perú parece haber pasado por momentos más largos de dictaduras que de primaveras democráticas, ¿como ve esa tensión entre gobiernos elegidos y regímenes surgidos a partir de golpes militares, pero también institucionales?

Pensando la diferencia entre los golpes, una de las características del siglo XIX es que estos fueron caudillescos, militares, y provocaban inestabilidad en la economía y en la política; eso cambió mucho en el siglo XX que fue un siglo en el que vemos una mayor institucionalidad y proyectos más de largo plazo. El golpe más emblemático fue el de Velasco, el Perú fue uno antes y otro después de este hecho. Sin exaltar a Velasco, la cúpula militar en ese momento tuvo un proyecto de país, el llamado Plan Inca, una visión que utilizó, en el caso de la historia, la imagen de Túpac Amaru como precursor de la independencia y eso caló en la sociedad. A pesar que los estudios históricos recientes relacionan más la figura de Túpac Amaru con las rebeliones indígenas del siglo XVIII, dentro del imaginario popular quedó fijada como parte del proceso de independencia.

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—Contribuyó también que en ese momento se cumplieron 150 años de la independencia

Sí, en cambio, en esta primavera democrática de estos últimos 20 años no hemos conseguido un proyecto claro que transforme y cierre esas brechas sociales que comentábamos al inicio, pero hay temas en los que sí se ha avanzado, como la interculturalidad, la inclusión de sectores minoritarios, aunque en este aspecto el camino todavía sea largo. Cuando hablamos de la democracia también hablamos de ciudadanía plena y no vemos cambios importantes desde la Constitución de 1979 cuando se estableció el voto universal, salvo el 2006 cuando se dio la ley que faculta a las Fuerzas Armadas a votar, pero, como digo, hay derechos civiles pendientes.

Exclusiones e inclusiones

—¿Otro de los nudos no sería el del racismo?

Sí, es obviamente otro de los grandes nudos de nuestra república. En el congreso se va a tocar el tema de la amazonia, de los derechos políticos, de la identidad e integración del mundo indígena… Una de las cosas que estamos discutiendo en el Proyecto Bicentenario no solo tiene que ver con la población afrodescendiente e indígena, sino también con la población amazónica.

—Son las inclusiones pendientes…

El territorio amazónico no solo es el más grande, sino el más diverso. Cuando nosotros decimos que en el Perú se hablan más de 40 lenguas, casi el 80 % de ellas son amazónicas. En la parte editorial el Proyecto Especial Bicentenario el libro Los escolares preguntan, los historiadores responden ha sido traducido al quechua, aimara, shipibo y awajún, con la intención de seguir agregando otras lenguas. Y en el caso de muchas de estas lenguas hay variantes como sucede con el ashaninka o con el quechua. , incluso dentro del shipibo asahninka hay variantes, igual con el quechua, eso demuestra la gran diversidad que tiene nuestro país, y qué hemos hecho para que todas estas personas se vean incluidas, ahí el papel fundamental lo tiene el Estado para olvidarnos de esas discusiones coyunturales sobre la existencia de ciudadanos de primera y segunda categoría.

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—Discusión que persiste 200 años después, algo que se planteó después de la guerra con Chile, después de las crisis de los años 30 y 70 y en la época de violencia de los años 80 y 90, ¿seguimos en lo mismo?

Creo que se ha transformado un poco. En el siglo XIX cuando se debatía, por ejemplo, la Constitución de 1839 o la de 1856, el tema era el voto indígena, a los afros ni siquiera se les tomaba en cuenta, tampoco a las mujeres. En algunos momentos del siglo XIX se les permitió votar a los indígenas, lo que se restringió a partir de la ley de 1896 que solo facultaba el voto a quienes sabían leer y escribir. En el siglo XX surgieron los derechos de las mujeres, luego el tema de la libertad religiosa, los derechos de los amazónicos. Yo diría que las discusiones sobre ciudadanos de primera y segunda categoría persisten, pero los grupos van cambiando. Ahora quienes están luchando por la plenitud de sus derechos son las comunidades LGTBI, con el matrimonio igualitario, por ejemplo.

La proclamación y las élites

—En el caso estricto de la independencia, hace 200 años se producía el ingreso de San Martín a Lima que culminó con la proclamación del 28 de julio, ¿cómo ver ese momento histórico hoy?

Mucho se ha dicho y escrito sobre por qué el cabildo de Lima se inclinó por la independencia, muchos asumen que era un tema de miedo a las clases populares y que se pudiera revertir el orden social y que no había otra alternativa que optar por la independencia. La verdad es que tanto en Lima como en el resto de ciudades había un deseo de la elite criolla de inclinarse a favor de una independencia política. Las crónicas hablan de un momento de algarabía con la llegada de San Martín que es recibido con todo el cortejo de la época. Yo creo que la elite trató de acomodarse para no perder el statu quo, tanto el Tribunal del Consulado como las corporaciones militares y religiosas. Debemos recordar que el arzobispo de Lima estuvo presente en la firma del acta de independencia y en la proclamación, pero después se aparta. Fue un momento también en que toma protagonismo una fuerza provinciana, y eso se va a ver en la instalación del Congreso de 1822 con Toribio Rodríguez de Mendoza y Faustino Sánchez Carrión, ambos de origen provinciano. Hay un gran apoyo inicial. El acta de la independencia se abrió y más de 3.000 personas firmaron en ella. Había un clamor popular.

Mesas de debate

En el Congreso habrá un total de 52 mesas temáticas, que estarán agrupadas en los bloques independencia (10 mesas); República (30 mesas); Nudos (4 mesas) y república diversa (8 mesas). Entre los participantes se encuentran investigadores como Alberto Vergara, Carmen Mc Evoy, Natalia Sobrevilla, Iván Lanegra, Hilda Sábato, Jorge Lossio, Carlos Contreras, María Eugenia Ulfe, Ascensión Martínez-Riaza, Gustavo Montoya, Víctor Peralta, Adriana Scaletti, Fernando Armas Asín, José Ragas, Tania Vásquez, Mauricio Novoa, Sofía Pachas, Nelson Pereyra y María Emma Mannarelli, Claudia Rosas. Vea el programa completo:

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