La serie Cátedra Bicentenario abordará el tema Amazonía el 21 de octubre. (Ilustración: Giovanni Tazza)
La serie Cátedra Bicentenario abordará el tema Amazonía el 21 de octubre. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Rember Yahuarcani

Recorrer la antigua memoria de los uitotos es un viaje lleno de seres fantásticos; de héroes primigenios; de dioses benévolos y malévolos; de mitos secretos que resguardan métodos para la siembra, la caza, la educación; de secretos de las primeras armas; de las luchas ancestrales del bien y el mal en la figura del chamán y el brujo. Los mitos son el resultado de la búsqueda imparable del uitoto por contestar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. El mito, a su vez, se convierte en el código para la buena convivencia y el respeto entre todos los seres humanos. Es así que, en los mitos, el uitoto descubre las respuestas para su futuro.

Estos mitos nacen en una línea de tiempo sin fecha. Nacen en el principio, cuando solo había agua, oscuridad y frío. Allí apareció el Primer Aliento, al que después conoceríamos como Jagulla Buinaima, nuestro padre. El Primer Aliento tomó forma etérea y viajó por el universo, trasladándose en su banco brillante como plata. Viajaba sin encontrar cosa alguna que no fuera agua y oscuridad. El Primer Aliento se quedó dormido y, en sus sueños, sus ancestros le hicieron ver cómo él podría crear nuevas cosas. Al despertar, ya no era etéreo. Su cabellera larga se extendía sobre el agua, como una gran serpiente de arcoíris. Sentado en su banco plateado, escupió sobre el agua con tanta energía que retumbó el universo; al palpar su saliva sobre el agua, descubrió que se había transformado en arcilla y allí descansó sus pies.

Los primeros humanos son creados de la semilla del achiote (Bixa orellana), pero son asesinados por Jusiñamuy, el enemigo de Jagulla Buinaima. Otros salen del corazón de la tierra. En una noche de penumbra, Monaduta, el primer humano, guía a los otros hacia la superficie. Los primeros humanos tienen colas. Son árboles medicinales, flores, aves. No tienen la forma del hombre actual. No hablan. Tienen membranas. Ya en la superficie, se limpian las membranas en las quebradas y riachuelos, y dan origen a las ranas, sapos, serpientes y algunos peces. Las membranas se transforman en otros seres.

En este período de la creación, se originan los grandes mitos y nacen los héroes epónimos que darán forma a la cultura uitoto.

El poder de las mujeres

Dicen las abuelas del clan de la Garza Blanca que Buiñaiño, diosa de todos los seres del agua, apareció de la nada sobre la gran Amazonía, y que ella misma se creó. Cuentan que las primeras mujeres no salieron de la costilla del varón, sino que, en una noche oscura, cayeron del universo sobre el agua, como el rocío. Algunas gustaron tanto de ese nuevo mundo que se quedaron allí hasta hoy, pero otras se desplazaron hasta la tierra recién formada. Dicen también que ellas son más fuertes que el varón, que tienen el poder de mantener la descendencia y hablar con el agua para no sentir dolor en el momento del nacimiento de un nuevo ser.

Cuentan que, en aquellas épocas, los dioses habitaban la selva enseñándonos a cazar, a curarnos, a hablar y a criar a nuestros hijos. En esos tiempos, los uitotos recibieron la sabiduría de sus dioses. Aquellos primeros humanos bajo el liderazgo de Muinájega y Janánigi —que significan ‘encontrar y ver en la obra’ e ‘imaginar para ver’, respectivamente— vencieron el mal e instauraron el bien. Así cuenta la gente del clan de la Garza Blanca nuestros orígenes en la Amazonía.

*La cátedra “La Amazonía republicana: una reflexión bicentenaria” se llevará a cabo el 21 de octubre de manera virtual, a las 19:00. Participan Juan Carlos La Serna, Luisa Elvira Belaunde, Rember Yahuarcani y Christian Bendayán. Se realizará de manera gratuita a través de la plataforma Zoom y se transmitirá vía Facebook Live desde la cuenta oficial del Proyecto Especial Bicentenario (). Los interesados pueden inscribirse en

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