Muchas veces, el desempeño del mercado aerocomercial se asemeja a un vuelo de sucesivas turbulencias, con ascensos repentinos y caídas desprevenidas, que pueden ser fatales. Esa vorágine es parte del juego en esta industria, y quienes se dedican al negocio de las aerolíneas lo tienen claro, no hace falta una crisis como la del COVID-19 para que asuman que así es su realidad, pues lidian con otros varios descalabros: algún disparo en el precio del petróleo que afecta el costo del combustible de los aviones, o alguna guerra como la de Rusia y Ucrania, por ejemplo.

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