La visita al médico es habitual desde que somos niños. Nuestros padres nos llevaban al médico pediatra con la finalidad de tener un y una receta para comprar los medicamentos que atiendan algunas afecciones clásicas como las rinofaringitis o , las cuales en su mayoría son de causa viral. Pero ¿qué pasa cuando no guardamos el descanso oportuno y rápidamente se pueden infectar, transformándose en problemas respiratorios bacterianos que necesitan antibióticos?

Con el paso de los años, llevamos una historia clínica de nuestra salud en casa y con los especialistas. Ya en la adolescencia, son los problemas del crecimiento o del aparato locomotor los que deben ser controlados y revisados por un médico, ya sea a través de una radiografía o una resonancia magnética. Luego, en la adultez temprana, los trastornos alimentarios y el sedentarismo, producto del trabajo o la vida universitaria, hacen que el peso corporal y el porcentaje de grasa aumenten, lo que puede causar valores alterados en los análisis de sangre. Algunas de las pruebas básicas en sangre que debemos analizarnos una vez al año son las siguientes:

  • Perfil Lipídico: Aquí encontramos los valores de colesterol, del cual se habla mucho y además ensucia las arterias formando capas llamadas ateromas, transformándolas en vasos sanguíneos rígidos poco elásticos. Esto, con los años, dificulta la irrigación de sangre con nutrientes a todas las células del organismo, especialmente al corazón. Además, encontramos los triglicéridos, que deben estar siempre controlados para saber cuándo debemos cuidarnos más con la dieta (menos harinas, menos grasas trans).
  • Perfil Hepático: Nuestro hígado es uno de los órganos más importantes por su función de desintoxicación del organismo. Cuando no funciona bien o se llena de grasa, comenzamos a dañarlo y así genera molestias con el paso del tiempo. Es muy sensible al alcohol y las enzimas que buscamos en sangre se llaman transaminasas (TGO, TGP). Estas también se incrementan en enfermedades virales como la Hepatitis o Cirrosis.
  • Glucosa: Análisis en ayunas que nos enseña si nuestro páncreas está trabajando bien. Cuando está elevada, produce aumento del apetito, sed e incremento en la frecuencia de la micción durante el día y la noche. Es importante que aquellos que tienen una glucosa alta también se realicen una prueba llamada hemoglobina glicosilada para determinar si la diabetes está o no llegando. ¡Ojo con eso!
  • Creatinina: Este marcador nos ayuda a determinar la función renal, un órgano que con el paso de los años envejece y disminuye su función de forma progresiva. Un dato importante es que el consumo excesivo de antiinflamatorios podría perjudicarlo aún más.
  • Hemograma Completo: Aquí podemos ver la función de nuestras células sanguíneas: glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Así, cuando existen enfermedades, por ejemplo, infecciosas, nos ponen en alerta. También cuando los glóbulos rojos caen (con ellos la hemoglobina: anemia), sabemos que debemos alimentarnos mejor o, en el caso de las mujeres, visitar al médico ginecólogo para regular el ciclo menstrual.
  • Hormonas masculinas y femeninas: Con esto podemos saber si nuestro aparato reproductor funciona correctamente, así como el inicio de la menopausia y la andropausia después de los 50 años.
  • Perfil Oncológico: Nos ayuda a determinar si algún órgano o tejido pueden tener células malignas. Algunos marcadores sanguíneos nos sirven para verificar la salud de órganos como el hígado, estómago, pulmón, colon, ovarios, útero, mama, tiroides, entre otros. Otras pruebas para ampliar el estudio oncológico son la resonancia magnética, tomografía axial computarizada (TAC), ecografía, tomografía por emisión de positrones (PET scan), mapeo dermatológico, etc.

Me parece muy importante recordarles cuáles son algunos de los análisis en sangre que deben realizarse y para qué se usan. No dejen de visitar a su médico de cabecera. Espero sus mensajes y comentarios.

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