El día en que Canevaro abrió sus puertas, a inicios de los años 80

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Carlos Batalla

En sus rostros surcados por el tiempo había esperanza. Caminaban muy despacio por el nuevo albergue “Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro”, del Rímac. Los pasillos les parecían interminables. Era agosto de 1982 y una nueva historia empezaba para ellas y ellos. El nombre de Canevaro se hizo popular y les acompañaría hasta el último momento de sus vidas.

Un centenar de adultos mayores ya estaba ubicado en el asilo cuando llegó el día de la inauguración. Con la presencia del presidente de la República, Fernando Belaunde Terry, el 27 de agosto de 1982, todo empezó para esos veteranos de la vida. El día anterior, el Gobierno había promulgado el Decreto Supremo N° 050-82 JUS, con el que institucionalizó el “Día Nacional del Anciano en el Perú”, el cual debía  conmemorarse cada 26 de agosto en adelante.

Tal fecha se asumía en honor a la festividad de Santa Teresa Jornet e Ibras (1843-1897), Patrona de la ancianidad y fundadora de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, fundada en 1873. Esta religiosa española, que dejó 103 asilos en España y América, murió en Valencia, España, precisamente un 26 de agosto de 1897.

Si bien estas casas de reposo tenían, en general, mala fama, especialmente debido a algunas denuncias de maltratos a los adultos mayores, se convirtieron en una necesidad ya que abundaba el abandono y abuso familiar. El gran proyecto arquitectónico que significó Canevaro fue un avance en la creación de una adecuada infraestructura en el desarrollo del cuidado geriátrico.

(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)

La víspera y el día central

Abrir oficialmente las puertas de un albergue de estas dimensiones, ubicado frente al Paseo de Aguas en el Rímac, era un suceso nacional, una señal de empatía con los hombres y las mujeres de la llamada “Tercera Edad”. No es que no hubiera en Lima, en los años 80, algún otro centro para acoger a un número considerable de adultos mayores, lo había como en el caso del albergue municipal “María Rosario Aráoz”, en San Juan de Miraflores, sino que Canevaro, como se lo conoció popularmente, era uno de los más grandes y modernos instalados en el país en ese entonces.

El día anterior, el 26 de agosto, los queridos veteranos recibieron el agasajo y homenaje de distintas instituciones del Estado como el Instituto Nacional de Bienestar Familiar (Inabif), el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS) y la Municipalidad de Lima.

En uno y otro lado, la imagen de la ancianidad era revalorada “como ejemplo depositario de la cultura”, y en el antiguo IPSS, en un acto en el Centro Cívico de Lima, se eligió a “la dama y al caballero” del año, que correspondió a Isabel Velasco y Daniel Lizarzaburu. Tal homenaje concluyó con el reconocimiento al doctor Ernesto Zapata Ballón, único sobreviviente de los tiempos en que se fundó el Seguro Social en el Perú, en los años 30.

(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)

Un Canevaro de estreno

El local de adultos mayores de Canevaro, con jardines, pasillos, habitaciones y ambientes funcionales, era visto en 1982 como el más completo del país. Las cifras oficiales indicaban una capacidad total de 648 adultos mayores; el día de la apertura oficial de los servicios ya se contaban con unos cien huéspedes, algunos de ellos indigentes, los que fueron ingresando poco a poco debido a la necesidad de acogerlos. El inmueble de Canevaro, en verdad, ya estaba prácticamente concluido hacia 1977, pero faltaban terminar los acabados e incluso algunas obras de agua y luz.

No era una casa o casona adaptada para los servicios a las personas mayores, sino un edificio de moderna concepción arquitectónica, construido e implementado pensando en las necesidades de su público objetivo. Ubicado a un lado del Paseo de Aguas del Rímac, el asilo rimense se fue equipando con dinero de la Beneficencia Pública de Lima, pero también con donaciones, especialmente de la Fundación Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro, o simplemente Fundación Canevaro, activa hacía décadas atrás. Canevaro no solo había sido concebido para albergar a ancianos abandonados (que serían la mayoría) sino también, desde sus inicios, para hospedar a ancianos capaces de sustentar su estadía. Con esa política, las posibilidades de ampliación y mejoras del inmueble eran completamente factibles.

(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Javier López / Archivo Histórico El Comercio)

En el reglamento de 1982 se señalaban las condiciones de ingreso de los “ancianos indigentes”. Estos debían pasar por una selección rigurosa, que implicaba tener más de 60 años, no poseer casa propia ni renta de ninguna naturaleza; además de contar con buena salud. No se aceptaban personas enfermas.

Se les ofrecía talleres de costura (mujeres) y talleres de mecánica ligera, carpintería, etc. (hombres). Cada pabellón contaba con televisores y las duchas tenían agua fría y caliente. El personal era escaso, pero se procuraba que fuera especializado. Se esperaba contar con un departamento médico y consultorios de reumatología, neurología, medicina general y hasta debía funcionar una pequeña sala de operaciones.

El momento esperado

Eran las tres de la tarde del 27 de agosto de 1982, cuando apareció en el frontis de Canevaro el auto presidencial. De esta máquina bajaron el primer mandatario Fernando Belaunde Terry, con un gesto de la mano derecha hacia adelante, así como su esposa Violeta Correa, rodeados de miembros de la escolta Mariscal Nieto. Belaunde fue festejado por los residentes del albergue, algunas de las cuales hasta le tomaron fotografías. El presidente se sintió cómodo y querido en ese entorno de gente sabia. A la ceremonia oficial asistió, además, el entonces presidente de la Beneficencia Pública de Lima, Alejandro Sousa Castañeda.

(Foto: Armando Torres / Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Armando Torres / Archivo Histórico El Comercio)

No fue por nada que se decidió darle prioridad a la inauguración del local y completarlo adecuadamente, sobre la base, por supuesto, de lo ya construido desde 1977. La razón principal fue que la Asamblea General de las Naciones Unidas -cuyo secretario general era el peruano Javier Pérez de Cuéllar- había hecho una invitación en 1981 a los estados miembros para que pensaran en establecer un día de la persona adulta mayor en sus países. El pedido incluía el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento (1982). Es en ese contexto que el gobierno de Belaunde Terry declaró oficialmente el 26 de agosto como el día dedicado a las personas de mayor edad en el Perú.

La expectativa en la población de Canevaro era muy alta. Sentados, tras cantar el himno nacional mano en pecho, escucharon las palabras de las autoridades y, seguramente, se sintieron atendidos y amparados, al menos en ese momento preciso de sus vidas. No había duda de que la edad los hermanaba. La placa de inauguración, colocada en una pared alta del recinto, fue develada por el propio presidente, en medio de aplausos y cámaras de televisión y fotografía.

Canevaro era un espacio vivo y descansado que se percibía si uno paseaba junto a sus huéspedes, quienes podían respirar esa tranquilidad en sus largas caminatas por el predio.

(Foto: Armando Torres / Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Armando Torres / Archivo Histórico El Comercio)

Los avances legales

No se sabe si inspirados en el legado de Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro (1865-1925), una mujer devota y cristiana que decidió heredar sus bienes en favor de niñas, niños y adultos mayores abandonados, lo cierto es que ese año de 1982 fue especial pues se dieron importantes pasos en el cuidado de nuestros adultos mayores. No solo fue el establecimiento de un día especial (el 26 de agosto) dedicado al adulto mayor  en el Perú, así como la propia apertura de la casa Canevaro en el Rímac, sino también eventos de reflexión como el que se dio una semana después de lo del asilo, entre el 6 y 8 setiembre, cuando en el Hotel Sheraton se realizó un primer seminario nacional sobre la “Problemática de la Tercera Edad”.

Años después, la situación del adulto mayor se visibilizó aún más. El 30 de setiembre de 2013, el Congreso de la República promulgó la Ley N° 30088, que decretó el 26 de agosto de cada año como el “Día Nacional de las Personas Adultas Mayores”. Con ello se dejaba sin efecto el antiguo Decreto Supremo N° 050-82-JUS, que hablaba en 1982 de un “Día Nacional del Anciano en el Perú”.

Finalmente, el 20 de julio de 2016, el gobierno de Ollanta Humala, en uno de sus últimos actos, dio la Ley N° 30490, conocida como “Ley de la Persona Adulto Mayor”, estableciendo parámetros claros y exactos para darles la necesaria calidad de vida en este tramo de sus existencias.

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