MDN
Mundial 74
Oscar García

Un periódico con los nombres de los jugadores y diez minutos fue todo lo que necesitó Félix Figueroa, recordado médico de corazón criollo, para componer 'Perú campeón', acaso la canción deportiva más evocada en épocas de eliminatorias mundialistas. Cada cuatro años, la popular polka se canta con un fervor patriótico que se creía reservado solo para el Himno Nacional aunque, como aquel, su letra pueda conocer distorsiones en el tiempo. “Perú campeón es el grito que repite la fisión [sic]” fue la maravilla de dislate que nos regaló Tula Rodríguez en 2013 a través de Twitter, que motivó una reacción en cadena de comentarios, entre la burla y la furia, que chamuscó a la animadora. El hecho demostró eso que las canciones son inmortales cuando uno las apropia y las hace suyas. Y también que, como al himno, al Perú campeón se le respeta.

El doctor Figueroa la escribió en agosto de 1969 para levantar la moral del seleccionado tras el partido de La Paz en que el árbitro Chechelev nos robó un gol. Tres semanas después, la tonada era el soundtrack de un país que clasificaba para México 70. Tan exitosa fue que uno de sus intérpretes, Eddy Martínez, de Los Ases del Perú, afirmó haberse comprado una casa solo con las regalías.

No fue esa la única pieza para un mundial que escribiera Figueroa. La canción Cuando juega la selección, que hizo para Alemania 1974, tiene el mismo ADN triunfal de Perú campeón, pero fue sepultada cuando no llegamos a esa justa mundialera. Por ese sino trágico que nos caracteriza, al Perú se le quemó el pan y la clasificación en la puerta del horno esa vez y así ocurrió también para Figueroa y sus intérpretes, los Hermanos Sánchez, que perdieron así una oportunidad histórica.

Así es la canción perdida del 74
Los Sánchez eran un pujante dúo de cantantes barranquinos en auge, que entonces tenían 24 y 25 años, y al que la bohemia había bautizado con picardía como “el poder blanco de la música criolla”. Otros, como Lucila Campos, les decían “los gringos pobres”, por su cómoda posición –uno era gerente de una compañía de seguros, el otro estudiaba Medicina–, lo que parecía poco compatible con su afición por recorrer los callejones del Callao, Breña y La Victoria con una guitarra y un cajón.

“Figueroa había tenido éxito cuatro años antes y todo indicaba que este se repetiría; la llegamos a grabar pero Chile nos volteó el partido y nos eliminó. Ahí se acabó la canción, se acabaron los Hermanos Sánchez, se acabó todo y acá estamos, 40 años después, recordando el pasado”, dice Paco Sánchez (65) desde su casa en San Borja. A su lado, su hermano Mario Sánchez (67), padre del actor Rodrigo Sánchez Patiño, acota: “No acabamos nosotros; hemos seguido cantando siempre, en peñas y hasta ahora en familia cantamos todos”.

La letra de la canción perdida es optimista, como toda polka, y parece por momentos la segunda parte de "Perú campeón". No se menciona por nombre a los jugadores de la época, como la de 1970, pero sí se canta sobre “júbilos en el alma de toda la nación” y que “el corazón se inflama y se vibra de emoción” e incluye un gancho gritado “¡Perú! ¡Perú! ¡Perú!” al final de cada coro. Mario no ha vuelto a escucharla en 40 años, dice. Paco sí lo ha hecho y lo cuenta con cierta esperanza. “Veo hoy que la selección peruana no tiene una canción propia. Acá hay una buena que pienso pueden usar”.

'Contigo Perú' se vuelve inmortal
Las canciones deportivas cumplen la doble función de servir de barras para alentar a un equipo, pero también de himnos alternativos para levantar la moral de una nación. Es lo que ha ocurrido con la célebre "Contigo Perú", el tema que Augusto Polo Campos compuso a pedido del presidente Morales Bermúdez para las eliminatorias de 1978 y que hasta ahora se canta, con tintes nostálgicos, desvinculada de sus orígenes futbolísticos.

Aún se recuerda la anécdota contada por el periodista Daniel Peredo sobre la vez que sus intérpretes, Óscar Avilés y Arturo ‘Zambo’ Cavero fueron hasta Santiago para cantársela en el camerino a la selección, en las previas al partido contra Chile del 5 de marzo de 1977. El director técnico Marcos Calderón, que era conocido por no dejar entrar a nadie a su vestuario fuera del equipo, hizo en aquella oportunidad una excepción. Las crónicas dicen que corrieron las lágrimas. Motivado el plantel por la melodía, salió a la cancha bastante energizado y, pese a ser un partido difícil, consiguió empatarlo en ese ambiente tan hostil.

Las que chocaron en el pelo
Para 1982, el maestro José Escajadillo compuso y cantó la canción Perú a España 82, que sonó mucho en las eliminatorias y en esa misma Copa del Mundo, la última a la que acudió el Perú. Al teléfono, el veterano compositor, también autor de Manos morenas, el himno del vóley peruano, recuerda la motivación detrás de su composición: la escribió porque estaba indignado por la forma en que la prensa
peruana estaba tratando a Elba de Padua, ‘Tim’, el entrenador. 

El día que la compuso, el brasileño bajaba del avión para asumir el puesto. “Fui a donde un amigo que lo conocía y almorzamos con ‘Tim’.
Con mi guitarra se la enseñé y le gustó mucho”. El single apareció bajo el sello Iempsa y se recuerda por su sonido orquestal, con más de 30
músicos en el estudio, y el cántico tribunero “¡PE-RÚ! ¡ESPAÑA 82!”. 

Desde entonces, ha habido varios intentos por componer una canción
futbolera que se equipare en popularidad a las mencionadas. El éxito de estas tentativas ha sido nulo, proporcional a los descalabros del seleccionado peruano en 35 años. Gian Marco intentó una en el 2010,
que solo su mánager debe de recordar. Y este año el rockero Rafo Ráez se ha jugado su chance con la armónicamente indescifrable Guerreros del gol, que aún no se sabe si va en serio o en plan de broma. El  mismo Escajadillo ha compuesto una nueva, que reclama más atención.  

La que sí ha pegado y se escucha mucho por estas fechas es el festejo Porque yo creo en ti, del cantautor Marco Romero, escrita en el 2013 para la eliminatoria anterior. Se destaca además, porque fue una
de las últimas colaboraciones del maestro Óscar Avilés antes de morir. Desde Uruguay, Romero anota que el día que la compuso se la tocó a la selección, junto a Avilés. Al terminar, el entrenador Sergio 
Markarián se le acercó y le dijo algo que no ha olvidado y considera
el mejor elogio que ha recibido. “Muchacho, eso no es una canción
de fútbol. Es una canción de fe”. Las canciones deportivas no ganan
partidos, dice, pero sí el corazón de la gente. Su logro final es durar en el tiempo. 

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