La flamante condecorada María del Carmen Alva forzando casi físicamente a su colega Francis Paredes para que cambie su voto resume bien la desesperación por conseguir el 87, aquel que permitiría avanzar hacia la . Puede que anoche una nueva reconsideración haya sido aprobada y se reabra la posibilidad de llegar al número mágico.

Es que, con 86 votos, habría que llevar el asunto a referéndum, en donde tendría un cuasiunánime rechazo, al estar asociado al Congreso más odiado que hemos tenido.

Los actuales congresistas creen poder asegurarse un nuevo escaño estableciendo como requisito obligatorio para postular a senador el haber sido antes congresista. Aún con esa arbitraria restricción, sería un milagro si una docena de los actuales lo consigue.

Hay que ver esto como parte del inicio de la reubicación de los actores en función a las todavía lejanas elecciones del 2026. Unas en las que quien aspire a gobernarnos debe demostrar un ‘antidinismo’ sólido.

Si no, veamos la última encuesta disponible, la de Ipsos para América TV, que confirma la minúscula y menguante aprobación de la presidenta , que baja al 14% en junio y está casi empatada con la del (13%).

No parece que haya condiciones para una reversión de la tendencia. Los múltiples problemas que enfrenta, como el bajísimo crecimiento del PBI, auguran pocos puestos nuevos de trabajo y más pobreza. Asimismo, no es difícil pronosticar que la enorme crisis de seguridad seguirá empeorando de la mano del incremento de las extorsiones. A su vez, si el fenómeno de El Niño global es manejado como el de El Niño costero –y su secuela, el dengue–, no debe esperar muchos aplausos.

Otro problema que la jala hacia abajo es que se percibe ya un fuerte “más de lo mismo” en cuanto al mal uso del poder, con demasiados casos de inconductas graves en los entornos de Palacio, la PCM y algunos ministerios. También una cierta tendencia a nombrar ministros y altos funcionarios con mochilas bien pesadas y de dudosa capacidad de aporte.

Lo más preocupante en este orden de cosas, y que puede convertirse en un escándalo de proporciones mayores, es el grave caso de presunta negociación incompatible denunciado por El Comercio. Muy altos funcionarios del Gobierno habrían presionado a funcionarios de Essalud para que pagasen S/41 millones a un proveedor de pruebas rápidas de detección del COVID-19. Lo han hecho yendo contra la opinión de la contraloría, que señala que la licitación estuvo direccionada, que se cobró tres veces más de lo que pagó otra entidad del Estado y que no se cumplió con la totalidad de las entregas.

Me parece que se ha dado cuenta –antes que el resto de políticos– de lo indispensable que es tomar distancia del Gobierno (acaba de pedir la cabeza de cuatro ministros) y, de paso, diferenciarse de quienes le dan la mayoría protectora a Dina Boluarte en el Congreso.

Para volver a postular, ella necesita reconstruir un espacio propio, y ese no puede ser el de chamuscarse junto con Boluarte. Y lo tiene que hacer muy tempranamente, porque arrastra tres derrotas electorales sucesivas a cargo del “partido antifujimorista”.

Por todo ello, la relativa estabilidad que tenemos, sustentada en la convivencia entre el Congreso y el Ejecutivo para poder llegar juntos hasta el 2026, puede resquebrajarse.

Conforme otros actores políticos se den cuenta de que la cercanía a Dina los achicharra aumentarán las tensiones, pero, por el momento, y al estar en juego la estabilidad laboral en ambos poderes el Estado, serán del tipo “rápido, rápido, sujétenme que le pego”.

Sin embargo, ojo, en situaciones tan precarias como la actual, los procesos que empiezan lentamente pueden, de emerger un hecho complicado, convertirse en un alud incontenible.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Carlos Basombrío Iglesias es analista político y experto en temas de seguridad